Responde (casi) todo sin filtros, con espontaneidad, pero sin amontonar las palabras, sino eligiéndolas para que digan lo preciso y nada más. Además redobla la apuesta: “respondo todo lo que sea”, dice. Su voz es una marca registrada en el éter santafesino desde hace 47 años, lo cual la habilita a ser una analista con autoridad de los medios locales. Hacía 13 años que estaba en la radio cuando le dijeron que iba a compartir su vocación con la tele. Marta Goyri admite que observaba permanentemente a Pinky y Cacho Fontana, pero nadie duda de su estilo propio.
Actualmente, y desde hace 34 años, conduce su clásico magazine de TV “Otro Día con Marta” por varias señales.
“Hice todo lo que quise, pero siempre me queda por hacer, lo último fueron seis años o casi siete, de estar al aire en LT9 de 14 a 16, con ‘Marta a las dos’ y lo que pretendía era tener una mesa donde estuvieran todos los periodistas que quería para que el programa fuera ida y vuelta permanente, tipo ping pong, no hacer lo que normalmente se hace en las radios aquí. Eso sería lo que quisiera hacer y darle otra forma de vida a la radio. No es hacer algo nuevo, sino sacar la verdadera radio”.
Permanentemente trata de rescatar los tesoros que la radio perdió en su viraje tecnológico. “Cuando empezaron a cobrarle al cliente por segundo, mataron a la radio, la frescura, la broma del momento, los furcios que pueden provocar un momento de hilaridad maravilloso. Cuando yo empecé en el año 1966 (llevo 47 años trabajando) teníamos como directores a gente con trayectoria y cultura. Hoy no sé cuántos dedos de una mano me sobran para señalarlos. Te preguntan cuánto dinero traes antes de qué contenido tiene tu programa o qué le vas a dar a tu oyente”.
-¿Se considera innovadora?
-Sí, clásica y con innovación todos los años, mi hijo y mi nuera son el motor de todo esto, aparte me aburro de hacer siempre lo mismo. La estructura básica del programa se mantiene, ese fue el reconocimiento de la gente hacia el programa, por eso lleva 34 años al aire, sino no podría vender un segundo de televisión. Y lo que incorporo lo testeo a medida que va saliendo, en la calle la gente me dice si voy por el buen camino o no. Quisiera hacer muchas cosas más, pero publicitariamente, si no vendemos los espacios no podemos desarrollar nuestra actividad o vocación. Fui la primera mujer que produjo tantos años un mismo programa de televisión.
-Algo innovador fue llevar a un especialista en sexología al estudio…
-Tuve comentarios de diferentes agrupaciones de mujeres de Santa Fe, no recibí distinciones por eso, había como un escandalete en la sociedad, yo lo consideré absolutamente falso, porque la forma en que Norberto del Pozo abordó el tema desde los ’80 hasta hoy, fue la de un señor, no sólo en la forma de expresarse, sino en su accionar cotidiano, él es un médico ginecólogo y obstetra, que trajo al mundo tres generaciones en Santa Fe. Todo eso me hizo sentir en el camino correcto.
A contramano de los profetas en tierras ajenas, cuenta que en el momento en que el Fontana Show en Radio Rivadavia era la meca, una de sus locutoras le ofreció trabajar allí. “Tenía 26 años, y ya era Marta Goyri, ya tenía mi nombre y en funcionamiento mi agencia de publicidad, además separada y con un hijo menor, entonces tuve que poner en la balanza mi carrera o mi hijo, pero no me salió mal. Tengo una permanencia de 47 años, no lo puedo creer. Soy una mujer feliz, que logré todo lo que quería y que tengo una familia adorable.
-¿Cómo se forja un estilo propio?
-A través de la observación que hice y sigo haciendo, miro mi programa y me critico, siempre le digo a mi director lo que me gustó y lo que no del programa anterior, pero no sólo de sus trabajo, sino del mío. Vivo pidiendo que me digan ‘no hagas más esto o lo otro’. Yo no tengo la verdad, la verdad me la da la gente. Al aire salgo como soy, pero tengo que guardar ciertas conductas. Es primordial el respeto para el que mira y el que llega al programa, y si yo trabajo para vos que me das el privilegio de sentarte a verme, lo mínimo que debo hacer es partir del respeto y desde ahí buscar todo lo que pueda satisfacer tu interés, razón por la cual jamás a un entrevistado le hago preguntas previas, estoy sentada con la cabeza en el que está viendo.
-¿Cómo se lleva con la política?
-Mal, me vinieron a buscar hace tres años y cuándo pregunté porqué me respondieron que soy creíble y les dije que quiero seguir siéndolo, y eso que vengo de familia política, mi abuelo y bisabuelo fueron gobernadores de La Rioja. La política siempre en algo te mancha. Soy una mujer que sé lo que quiero para mi país, y voto en consecuencia pensando que eso es lo verdadero para mí, pero en mis 66 años no me vi recompensada por ello.
-¿Cuáles son los cánones de una persona elegante?
-Con eso se nace, después se va puliendo, yo tuve a mi madrina y creo que ella es la que me modeló. Como toda criatura, yo hablaba mal, entonces mi madrina me sentaba sobre la mesa y me pedía que le mire la boca y que repita con ella y hasta que no terminara de salir la palabra no salía de ahí y no lloraba. Eso es lo que siempre me marcaron cada vez que tuve que rendir: mi dicción, eso me lo dio mi casa, que era un hogar de trabajadores, un inspector de vinos y una docente, no había dinero, fortuna, pero sí rigidez en la conducta. Cuando falleció mi padre se fue la mitad de mi vida, fue un hombre tremendamente rígido en cuanto a la educación, pero tremendamente amoroso y dulce, su mirada era el reto, hoy se lo agradezco.
-¿Sigue viendo alguna de las modelos que de su programa?
-Una sola quedó acá, Graciela Silvar, otras se casaron, tuvieron hijos y dejaron de desfilar, pero del comienzo aquel, Valeria Mazza estuvo conmigo, y desde ese entonces hasta hoy con tres hijos, Valeria es la mitad de lo que era en el programa de Canal 13, los parámetros cambiaron mucho. Fabiana Sdrigotti, que hoy es Fabiana Araujo también estuvo en ese comienzo.
CRÉDITOS: Sergio Ferreyra
FOTOS: Pablo Aguirre