Fernando Marchi es redactor de TODA desde 2016. Durante estos años nos contó historias al oído, desenterró verdades incómodas, nos describió personas con más fidelidad que con la que lo hacen los espejos y nos convidó los detalles más exquisitos de cada uno de sus entrevistados. Termina un año de mucho trabajo y recién empieza su desafío de ser Concejal —Frente Progresista Cívico y Social— por la ciudad de Rincón.

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En tan solo unos días cambia la dinámica de sus días y llegan, para quedarse, la exigencia, el esfuerzo y las demandas. Sin embargo, luce con la frescura de siempre. Sonriente, con el pelo peinado por el viento y la liviandad característica de las personas que viven haciendo lo que les gusta. Hablamos de su ansiedad y enseguida le pregunto por las recetas que publica con asiduidad en su perfil de Instagram, aliadas en épocas en las que el trabajo de todo un año no implica vacaciones sino mayores responsabilidades. Hablamos de su pasión por la cocina y eso nos lleva a concluir, antes de encender la grabadora, que la experiencia personal acumulada durante estos 44 años ha sido el contenido con el que nutrirá, en pocos días, su agenda de Concejal por el Frente Progresista Cívico y Social.

TS —Comenzás un camino nuevo, con la tranquilidad de traer con vos gran parte de lo que vas a necesitar para cumplir con tu función pública.

FM —Sí, creo que lo que se viene no es una realidad librada al azar. Llegué a este lugar como producto de un camino recorrido, no desde la militancia partidaria sino desde el ejercicio de una profesión que me llevó a estar en contacto directo con la comunidad durante más de 20 años. Esa función que desarrollé durante tanto tiempo tuvo que ver con la escucha. En la medida en que el funcionario conozca la realidad y el planteo que realizan los ciudadanos y ciudadanas, tendrá las herramientas para dar una mejor respuesta a esas necesidades.

TS —¿Qué ideas pasan por tu cabeza a días de asumir el cargo?

FM —Tengo una mezcla de sensaciones. Una de ellas es la ansiedad, porque fue largo el tiempo entre las elecciones y la asunción. Tuvimos una campaña fuerte que dio como resultado el triunfo y, por ende, una gran alegría personal y por el equipo al que representé, porque creo en las construcciones colectivas. Ningún liderazgo se sostiene en el tiempo si no cuenta con la fuerza y el aval de ese grupo de personas que lo ha sostenido durante tanto tiempo, le ha marcado el camino y le ha compartido sus conocimientos, experiencias de territorio. Sumada a la ansiedad está el sentido de la gran responsabilidad que implica ocupar un cargo público, porque es necesario leer cada voto como un depósito de confianza de una sociedad que, en líneas generales, está atravesada por un fuerte descreimiento hacia una clase dirigente que, fundamentalmente durante los últimos cuatro años y a nivel nacional, ha desconocido la realidad socioeconómica y las afectaciones que tienen las decisiones sobre la vida de las personas.

TS —Ante esa demanda, ¿se necesita construir la política desde abajo hacia arriba?

FM —Claro que sí. Si bien es importante la impronta personal que tenga cada legislador y las ideas que aporta para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, se torna fundamental el poder de escucha y observación para detectar cuáles son los problemas reales que exigen una respuesta, como también la capacidad para priorizar cuáles son las acciones necesarias. En Rincón se ha dado un fenómeno de polarización entre el nacido/criado en la comunidad y el llegado/quedado. Es cierto que se ha transformado en una ciudad gracias a la cantidad de personas que eligieron venir a vivir al pueblo y triplicaron la población en los últimos 20 o 30 años, entonces hay que tener una mirada macro para tratar de conciliar los diferentes intereses que existen dentro de la comunidad haciendo hincapié en la recuperación de los vínculos. Tengo muy en claro que no es mi voz la que estará en el Concejo, sino que será la caja de resonancia de las voces que existen en la comunidad. Mi objetivo es tender puentes de diálogo.

TS —¿Desde siempre confiás en la política como herramienta de transformación de la realidad?

FM —Estoy convencido, y siempre lo estuve, de que la participación es la herramienta para lograr la transformación en cualquiera de los sentidos imaginables. No tengo tanta experiencia en lo partidario pero sí en ámbitos de participación. Saliendo de la adolescencia, junto a varios jóvenes de la zona de la costa fundamos un movimiento de oposición cuando se había reflotado el proyecto de construir la represa sobre el Paraná Medio, porque considerábamos que la obra tenía más consecuencias negativas que positivas. Logramos resultados relevantes y generamos una movilización importante dentro de la comunidad. Fue una experiencia de aprendizaje y en ella visualizamos que, a través de la participación colectiva, se pueden construir objetivos en común. Llevado al plano político, creo que para favorecer el desarrollo y la madurez democrática hay que potenciar mecanismos de participación.

TS —Los lectores de TODA conocen esa sensibilidad que te ha permitido llegar siempre al núcleo de cada una de las historias que has contado. ¿Qué otra virtud traés en tu equipaje?

FM —Me atraviesan dos cuestiones vinculadas a la sensibilidad: lo sensorial, la permeabilidad a los sentidos, y la empatía en el contacto con las personas. Si bien las emociones y experiencias son intransferibles y nunca el mismo hecho nos va a atravesar de la misma manera, hay situaciones que son coyunturales y nos invitan a ponernos en el lugar del otro. La empatía es un poder que se puede desarrollar en tanto y en cuanto lo podamos registrar y tener presente como herramienta para mejorar el vínculo con las demás personas.

TS —¿Estás de acuerdo con las decisiones que te hicieron ser quien sos?

FM —Nunca tomé decisiones trascendentes sin un miedo que, de alguna manera, me paralizara un tiempo antes de abordarlas. Soy geminiano y no puedo evitar esas contradicciones (risas). Aún así, el mirar hacia atrás me hace caer en la cuenta de que fueron decisiones tomadas con acierto, más allá de que algunas hayan tenido derivaciones que no imaginara. Uno propone y la vida dispone. No todo se da en función de lo que se ha proyectado y hay cosas que escapan a nuestras posibilidades de decisión. A medida que pasa el tiempo me da cada vez mayor plenitud el saber que puedo ir mutando permanentemente. No creo ser una persona hecha para mantenerme en el mismo lugar a lo largo de toda mi vida. Soy muy inquieto, curioso, tengo multiplicidad de intereses y me gusta ir experimentando en diferentes territorios.

TS —¿Qué te dejaron esas mutaciones?

FM —Trabajar con la comunicación me ha dado una serie de herramientas importantes. Trabajar con la creatividad y la literatura también, porque están relacionadas con la invención de mundos posibles. Creo que la política es el arte de generar posibilidades, con un marco muy importante de proyección e imaginación para salir de los territorios comunes. La cocina me apasiona y es mi cable a tierra, una terapia y una meditación. Necesito estar en contacto conmigo en algún momento del día como para equilibrarme y en eso tiene mucho que ver, también, el entrenamiento físico. Resuelvo muchísimas situaciones mientras corro o camino. Así como la cocina, son espacios de invención y placer necesarios en los que hay una reconcentración y una recarga ante tanta demanda de energía que impone una gestión. Es vital tomarse unos minutos para regenerar lo que se ha dado, porque el político es un trabajo de vocación y de plena entrega.

Texto: Belén Bustamante

Fotos: Ignacio Platini

Estilismo: Mariana Gerosa

Nombre de sección: Gestiones políticas

Edición: N° 78

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