Si estás pensando en viajar a Salvador de Bahía y ser testigo de su interesante mixtura cultural y de su sincretismo religioso –aproximadamente, el 80% de su población tiene antepasados africanos-, te contamos cuáles son los cinco imperdibles de este destino.
Un paseo por el Pelourinho. El barrio donde se ubica el casco histórico de Salvador de Bahía es un centro antiguo, colorido y de estilo colonial lleno de museos, restaurantes, bares y tiendas. Allí no faltarán espectáculos con bailes exóticos y típicos de la zona como el Capoeira, una danza que combina artes marciales y música. Caminar por las calles empedradas de este barrio es como hacer un viaje al pasado. Incluso, su preservada arquitectura colonial barroca portuguesa hizo que la Unesco lo declarara Patrimonio de la Humanidad. No dejes de visitar la Casa do Rio Vermelho, en la que el escritor Jorge Amado vivió casi 40 años y que, desde 2014, es un museo que alberga gran parte de su obra y de su colección pictórica.
La gastronomía bahiana. Los restaurantes están entre los mejores de Brasil, con platos populares como el abadejo asado. Las afrobrasileñas con vestidos blancos que ofrecen platos tradicionales en puestos callejeros son llamadas baianas do acarajé, que es un buñuelo elaborado con porotos negros fritos en aceite de palma. Tampoco podés dejar de probar los salgados, unos pequeños bocados de masa que pueden estar rellenos de carne de ternera, pollo, jamón, vegetales, queso o porotos.
Las playas. Hacia el norte, se vuelven más tranquilas y siempre son accesibles. Entre las más recomendables, están Stella Maris y Flamengo. Stella Maris es una playa extensa con olas fuertes rodeada de resorts y casas de vacaciones. Flamengo es perfecta para practicar deportes acuáticos como el surf, el kitesurf, la pesca y el buceo. Otra playa que vale la pena conocer es la Praia do Porto da Barra, que se encuentra cerca de unas de las construcciones históricas más atractivas de la ciudad: el Farol da Barra y el Forte de Santo Antônio da Barra.
La Iglesia de Nuestro Señor de Bonfim. Es uno de los mayores exponentes del sincretismo entre las religiones africanas y el catolicismo. Allí son distribuidas las famosas fitinhas de Bonfim, un souvenir y amuleto religioso típico de la ciudad. Como dato curioso, se dice que hay 365 iglesias en Salvador de Bahía, una para cada día del año.
El Mercado Modelo. En 1861, en la Plaza Cayrú, fue construido el Edificio de Aduanas, donde comenzó a funcionar, en 1971, el Mercado Modelo. Hoy existen 200 stands con artesanías, dos restaurantes y varios bares. En este mercado encontrarás mejores precios que en el Pelourinho. Cerca de allí podrás conocer el elevador Lacerda, que fue inaugurado en 1873 y hoy funciona las 24 horas del día. Consta de cuatro ascensores que conectan una distancia de 72 metros entre la Plaza Thomé de Souza (parte alta de la ciudad) y la Plaza Cayrú (parte baja).
No hay nada en Salvador que pueda empañar la belleza de sus playas, su deliciosa gastronomía y la sonrisa constante de sus habitantes. ¡Animate a vivir allí una colorida experiencia multicultural y llena de sorpresas!
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