«Hay poemas que demoran años en conformarse y otros son apariciones fugaces como un rayo»
En su nuevo libro, el escritor configura una antología personal de su obra poética con una selección de 130 poemas que fueron escritos en los últimos 35 años.
En «Lengua sucia», Reynaldo Sietecase configura una antología personal de su obra poética con una selección de 130 poemas que fueron escritos en los últimos 35 años, cuando repartía versos en los bares de Rosario hasta ahora, como reconocido periodista, un itinerario en verso que recorre las marcas y los temas que lo interpelan, como el amor, la desigualdad, el sexo y la muerte, siempre con una mirada entre irónica y encantada sobre la vida cotidiana.
Publicada por el sello Lumen, la antología reúne textos inéditos y una selección de la decena de poemarios que Sietecase -rosarino nacido en 1961, escritor y periodista de radio y televisión- fue publicando en editoriales independientes desde 1984, a la que par que salían sus novelas: «Un crimen argentino», «A cuántos hay que matar» y la última, «No pidas nada».
La «Lengua sucia» de Sietecase, lengua «áspera/ y malvada/ Lista para la esgrima/ Carnal/ Letal», como dicen los versos del poema que lleva el nombre del libro, reivindica la poesía como el género capaz de tender «los puentes más sólidos entre verdad y belleza, tanto para celebrar el amor y la vida como para cantar y contar la pena o la muerte», escribe el propio autor.
Como toda antología, «Lengua sucia» revela el universo de quien escribe: los más de cien poemas que se despliegan dan cuenta de una voz, que mira, que busca. Sietecase habla de deseo, sexo y amor (uno de sus libros se llama «Hay que besarse más») y entonces celebra a la vida, pero también se desencanta cuando ve desigualdad y le escribe poemas a los mansos, a los marginados o a obreros que por fin se sublevan: «Con sus borceguíes sucios/ y su odio recién estrenado/Bajaron dispuestos a todo».
-T: El título del libro y del poema juegan con la idea una boca que no se controla, boca que escupe ¿es la poesía un ejercicio que fluye, como irracional?
-Reynaldo Sietecase: La poesía es un manantial que fluye. «Lengua Sucia» es la lengua del poeta, esa que se atreve a todo, que no responde a la razón, la lengua incontrolable. Bien distinta a la lengua del periodista, por ejemplo.
-T: Por tratarse de una antología personal ¿puede decirse que es un libro consagratorio en el sentido de que es el conjunto de una obra ya madurada, capaz de ser revisada?
-R.S: Creo que revela un proceso, la construcción de una voz. Que nace en aquellos poemas juveniles de «Y las cárceles vuelan» que están en el final del libro y culmina con los poemas más recientes de «Lengua Sucia». Mis últimos textos tienen más profundidad y combinan con mayor eficacia algunas de mis obsesiones: el amor, el sexo, el paso del tiempo, la muerte, la desigualdad social…. Es verdad que en algunos textos se filtra algo de resignación, pero creo que se trata del pesimismo de la inteligencia del que hablaba Gramsci porque, en lo personal, sigo teniendo el optimismo de la voluntad. La necesidad de un cambio profundo en esta sociedad injusta.
-T: En el libro recuperás dos citas de Mario Trejo y de Jorge Boccanera, que aproximan una definición del poeta. Detrás del trabajo sobre un oficio, subyace la búsqueda por su definición ¿vos la encontraste?
-R.S: Mario Trejo y Jorge Boccanera son dos poetas esenciales. Tienen muy claro que implica ser poeta. No se trata solo de escribir poesía. Es una manera de estar en el mundo y entenderse con las cosas que pasan. Esa es mi definición más cercana del poeta: es un ser en disenso. Alguien que llega para sacudir la modorra y la estupidez. Alguien dispuesto a conmover.
Pero volviendo a los maestros. Estuve muy cerca de Mario, fueron años bajo su luz impertinente. Fue una experiencia dura y maravillosa. Por Jorge tengo una profunda admiración y respeto. Me alimento de sus magníficas obras y también he crecido dialogando con ellos. Los dos transitaron el periodismo y eso también me acercó a ellos. Jorge es muy generoso conmigo. Todavía se detiene para criticarme cuando me escucha decir algo que no le gusta. Y tuvo el hermoso gesto de escribir el prólogo para esta edición.
-T: ¿Por qué decís que escribir poesía es una experiencia mística?
-R.S: La frase no tiene connotación religiosa. La poesía implica un viaje interior, espiritual que después tiene su manifestación poética. Por esa razón como bien cita Isidoro Blaistein a Vladimiro Maiacovski: «un poeta es cualquier hombre, pero cualquier hombre no es un poeta».
-T: En esta antología parece haber tres tópicos que se repiten a lo largo de tu obra: el amor, la muerte y la mirada desacralizada de la vida ¿reconoces hilos conductores, temas?
-R.S: Sí, claramente. El amor, el paso del tiempo, la muerte y la desigualdad social atraviesan a todos mis poemas.También el sexo como la variante carnal del amor («Cierta curiosidad por las tetas», un poemario de 1989, es un ejemplo). Y todos esos tópicos trabajados desde la nostalgia, el humor y la ironía.
En cuanto a cómo aparecen, es algo misterioso. Algunos responden a ideas o frases que aparecen y las voy trabajando durante algún tiempo, hay poemas que demoran años en conformarse y otros son apariciones fugaces como un rayo, apenas se me ocurre una línea surge el resto del texto. Y ahora estoy trabajando sobre mi paisaje natal, el Río Paraná. Algunos poemas de «Lengua Sucia» ya remiten a esa búsqueda: Pensamiento de un pez y La crecida.
-T: Incluso, en muchos textos se perfila una lectura desafiante, escéptica. ¿Se combina por ahí el trabajo del poeta con el periodista? Si, como también dice Boccanera, tu poesía dialoga con lo cotidiano ¿cuánto del ejercicio crítico del periodismo colabora con este género?
-R.S: Creo que lo justo y necesario, por usar una cita bíblica. Soy un poeta que trabaja de periodista pero podría ser un poeta que trabaja de maestro o empleado de banco e imagino que también lo cotidiano aparecería en mis versos. Al decir de Carlos Drummond de Andrade en mis poemas aparece el tiempo presente y la vida presente. Esa es mi materia.
T: Alguna vez planteaste que el motivo por el cual se te conoce más como periodista que como poeta tiene que ver con la invisibilidad del género. Sin embargo, en las redes -ese territorio que es «como escribir el agua», recordando un verso tuyo- puede verse cierta aspiración poética, en tanto la gente está intentando convertir en belleza su experiencia diaria…
-R.S: Es muy curioso lo que pasa con Internet, es un lugar ideal para las peores cosas y para la búsqueda de belleza. Es recipiente del insulto y del poema. Con todo, creo que la web es una gran aliada de la poesía. Publicar en formato físico sigue siendo muy complicado para muchos y en Internet hay posibilidad de subir textos, videos y lecturas. Yo estoy haciendo una experiencia increíble.
Como «Lengua Sucia» se publicó en plena pandemia y con librerías cerradas, estoy presentando el libro con dos lecturas por semana en Instagram, los martes a la medianoche y domingos a las 20. Y las lecturas tienen un promedio de 300 personas en vivo y más de 3.000 reproducciones. Como escribió Murilo Méndez: «La poesía sopla donde quiere». Y puedo asegurar que viento o brisa es imposible detenerla.
CRÉDITO: Por Milena Heinrich
FUENTE: TELAM