Dice que recuerda fuerte cuando su padre le contaba las películas preferidas a través de dibujos. Dice que Arancio y Berni les abrieron los ojos a nuevos mundos plasmados en el plano y que fueron motores hacia un inexorable futuro. Iván Zárate se reconoce como Artista Plástico y se interroga sobre las señales de los paisajes, como si pudiera dar cuenta de algo más, y lo da. 

Dice que es inevitable pensar la existencia de una simbiosis entre el hambre y la creación. Dice que de niño jugaba a descubrir imágenes e intervenir las manchas de humedad de su pieza. Iván, viste la obra de forma sensible, la impregna de misterio y misticismo, busca la musicalidad del significante, antes que la belleza. y logra la sinestesia manifiesta de las secretas afinidades entre el mundo sensible y el mundo espiritual.

 – ¿Qué podrías decir de Iván Zárate?

Una persona que le encanta pintar. Es mi elemento, si hablamos de mi faceta artística, por ahí reniego un poco en casa porque para mí es mi forma de abstraerme de todo los problemas y al mismo tiempo de poder sobrellevarlos. Al encontrarme con algunos resultados, me da como una especie de seguridad sobre mí. Ver que los proyectos que tengo en la cabeza los puedo ver -al final de la jornada-  me llena de una satisfacción que la trato de transmitir  con los resultados de la pintura.

– ¿Por qué empezaste a pintar?

Siempre pensé que lo iba a hacer, y estaba esperando como una especie de llamado y no sabía cómo iba a suceder. Ya dibujaba y me gustaba mucho la historieta. Leía un libro y me gustaba ser quien ponía dibujos como interpretaciones de la lectura. Trabajando de cartero me topé con el taller de Lucero Villalva y estuvimos trabajando cinco años, prácticamente, me transmitió muchísimo más conocimiento del que yo tenía y pude llegar a resultados muchísimo mejores de lo que tenía. Después, fui a Mantovani en donde tuve la oportunidad y la gracia de conocer a Abel Monasterolo. Abel tenía la enorme capacidad de darte las herramientas necesarias para mejorar: una oración, una guía en la mirada sobre tu trabajo lo mejoraba. También, me hace sentir orgulloso haber sido uno de los pocos diez de Carolina Porral.  Pero siempre es la curiosidad es lo que me moviliza, de chico siempre me gustó Arancio, fue el motor del porqué me gusta el dibujo que sabe expresar el sentimiento de otras personas, mostrar su entorno. Me llegaban porque, en cierta forma, yo estaba muy cerca de esa situación de vida y el tipo lo transmitía y lo hacía muy bien.

 – ¿Qué pasó después de Arancio?

– Después, más de adolescente que todo se te pone un poquito más revolucionario, te gusta un poco más las tapa de los discos de los redondos, de Berni, y te gusta más la lucha social y hoy estoy como más simbolista artistas que los fui conociendo en parte de la búsqueda y son los simbolista franceses del siglo del siglo XIX. Por ahí andamos simplista con inserción de lo sacro.

 

–  ¿Qué artista te parte de la cabeza?

En la forma de trabajar, indudablemente Van Gogh o Picasso son los dos, parece trillado pero no hay que darles, porque la verdad son todo. Uno, ejemplo de perseverancia y trabajo constante, que es Picasso, y otro corazón a puro sentimientos. Así que yo creo que la combinación de ellos dos resumiría mucho lo que es la pintura.

 – ¿Cómo fue ese primer vínculo con la pintura o con el dibujo? 

Mi papá que me alquilaba películas -en esa época viste los VHS que te alquila por la semana 3 días- y un día llegó “Operación Dragón” de Bruce Lee, yo tenía seis años, quedé flasheado y terminaba la película y la veía otra vez y otra vez, pero había que devolverla. Entonces, mi viejo me sentó agarramos lápiz y papel y me empezó a dibujar las secuencias de la pelea. Ahí descubrí que mi papá dibujaba muy bien y  que me podía contar la película a través de dibujos, de diseños. Después, eso que hizo mi papá, contarme una película con dibujos,  yo quería hacerlo con todo. 

Otro vínculo fuerte fueron las manchas. Siempre muy humildes, mis viejos muy trabajadores empezaron con la típica historia que empieza con la piecita y con humedad, con un terreno prestado, y en mi pieza había muchas manchas de humedad y todas esas manchas de humedad de la pieza que se descascaraban daban forma y me gustaba también jugar con esa con esas formas lo intervenía, le hacía un ojo o dos ojitos.

– ¿Qué lugar ocupa la familia en este universo de Iván y su arte?

Hay que saber dedicarle realmente el tiempo necesario. Es muy difícil tener el tiempo para hacerlo. Siempre me aseguro que mi familia esté todo bien antes de ponerme a trabajar. En un momento el espacio que ocupaban mis pinturas -que eran muchas- entra el cochecito de la nena. Pero después el mismo amor por lo que haces te va dejando en el lugar y, gracias a Dios, hoy bien.

 – Si alguno de tus hijos te dice que quiere ser artista plástico, ¿qué pasaría?

 Yo no quiero que sean otra cosa, (risas) no, creo que la nena tiene mucha inclinación,  pero más allá de la plástica o no, me gustaría que se involucren en la cultura, en la música,  sin embargo, si quieren hacer otra cosa, si quieren ser bombero, también está bien.

 – Hablando de niños, hace un tiempo expusiste una obra muy particular en una muestra colectiva de TODA, era de un niño que vendía diarios. 

Bueno esa, parte de la obra que desarrollé estando en mi tránsito de querer ser profe de historia a artista. Una profesora explicaba las clases con pinturas como registro históricos. Te explicaba las atrocidades de la guerra con Goya, o te lo explicaba con pinturas en una diapositiva Entonces yo decía: una imagen vale más que mil palabras. Y bueno, en esa obra  hice el nexo para contar esta historia más o menos de los chicos de Nueva York, de lo que implica el trabajo infantil, lo que es la vorágine de la maquina, de la economía que nos discrimina a todos, y a su vez también tiene su parte melancólica, que es el ayudar de chico a tu mamá, el hacerte por vos mismo, el ir a la calle a buscarte el mango.

– ¿Hay una cuestión autoreferencial? 

No sé si auto, pero sí por mis antepasados, es como una especie de homenaje a ellos. Principalmente con mi abuelo, que era así, de chico. Era de los típicos pibes que no tenían para comer y andaban la calle buscando el mango, a vender esto, a hacer esto, aquello, y bueno, fueron mi fuente de inspiración porque después tuvieron el tiempo de transmitirme ciertos valores, que yo a la hora de salir a la calle los utilicé. Yo hice un viaje con mis pinturas a Brasil de un año para probar suerte y me ayudó muchísimo esa sabiduría transgeneracional.  

 –  ¿Y cómo te fue en ese viaje a Brasil? 

Bien, muy bien. Fue muy aventurero todo. Tuve épocas donde llegaba y te tenías que ir involucrando, no pasa nada.

 Vas a la calle, vendés alguna cosita que te ayuda a pasar el día. Yo llevé mis telas, pero hacía siempre como una estampita chiquita de Maradona. Yo sabía que eso salía seguro y salvaba el hostel, el desayuno, y ya salía y ya empezaba un poco más. Y un día tuve la suerte de vender todo de un solo saque. Y tuve plata, me quedé ahí en Río de Janeiro cómodo y ya pasé a ser turista (risas). No era algo que iba a hacer y a crecer, ya me sentía un turista. Y no era lo que realmente a lo que viajé. A decir verdad no tenía muy claro a que fui pero no era para eso.

Cuestión que con ese dinero, en vez de seguir de modo turista y después volverme, me quise meter en el circuito, empecé a averiguar los bastidores, la pintura, esto, y empecé a producir. Fui allá en nueve meses, casi un año que estuve, desarrollé mucho más la pintura que lo que hubiese desarrollado acá estudiando en cualquier otro taller, 

– La mejoría, a partir de qué sucedió?

 Creo, que de la mejoría de la técnica, y las búsquedas por otros lados diferentes para resolver algunas cosas que quizás desde lo académico no lo resolvería.

Yo lo veía más como una especie de… una energía, una electricidad, algo medio raro que hasta podía recorrer los intestinos, se sentía como corren, como están acomodados, sentía una energía de ahí que pasaba por todo. Pero no era como un dolor de panza del hambre, sino algo como una simbiosis entre el hambre y la creación.

–  ¿Qué pasa de aquí en más con el arte y con vos? 

Mirá, mi próxima movida es una muestra, a modo de despedida, como una especie de suspensión de mi desarrollo. Murillo le dice infancia pagana, el artista Murillo. Él lo hacía con chicos de la época, del siglo XVIII creo que es Murillo. Y él lo ponía también en una situación de calle pero con abundancia, con una cesta llena de frutas, como que está en la calle pero no tiene hambre.

 Yo en mi parte de infancia pagana, o por así decirlo en homenaje a mis antepasados, necesito hacer un quiebre y seguir desarrollando mi etapa simbolista o religiosa estoy como muy mimetizado con la vida de Jesús, no sé por qué, son cosas que me vienen y las tengo que hacer. Ya no puedo trabajar, por ahí tengo que hacer un retoque a otras pinturas y como que no quiero, me cuesta dedicarle tiempo a esa parte. Entonces estoy desarrollando mucho, inclusive sobre cartón, sobre cualquier cosa, lo que se me viene, no quiero cortar con eso que estoy recibiendo. 

– ¿Hay algo que desearías que una obra tuya llegue a determinado lugar? Y no estamos hablando de dinero, no estamos hablando de éxito. Estamos hablando de deseos.

 Y sí, eso también lo cambia a través del tiempo. Antes me gustaba más la idea de vivir plenamente de esto y tener éxito y hoy en día ya con lo que estoy desarrollando ahora me gustaría que la persona al ver una pintura mía se sienta conmovida y pueda, no sé, dialogar con esa pintura, replantearse cosas, acercarse a. A mí me encantaría que la gente se acerque más a Jesús, que es quien a mí me llenó de muchísimos vacíos que yo realmente tenía y fue un apoyo fuertísimo en etapas duras de mi vida y que las pude sobrellevar gracias a eso. Entonces, salir de ese pozo teniendo esa herramienta quiero que las demás personas la sepan usar y me gustaría que pase algo así, quizás pasa menos, quizás pasa mucho más pero hoy en día quiero compartir eso.

– Hablas de Jesús como alguien que te acompañó, que te salvó, que te sostuvo, que te guió, ese Jesús, ¿cómo Llega a vos?

Y bueno, un poco el trabajo con la pintura me llevó a pinturas del Renacimiento quizás y volví a leer la palabra de él, algunas frases de él que por ahí me resuenan No solo de pan vive el hombre, también se necesita también esa espiritualidad para sobrevivir.

 “Busca debajo de una piedra y ahí me encontrarás” cosas que por ahí… vos las decís en otro contexto y no significan nada, pero donde yo estaba fueron como… fueron como mucho, como cosas que mueven mucho adentro. Y poder… Ya al final agradecer, agradecer cómo algo cíclico.

 El don que por ahí nos da me llenó más de energía y satisfacción y fue como una soga de la cual yo me sigo sosteniéndome y así sigo para adelante. 

 

– Pero a través de tu trabajo vas dejando otra soga para que otros también puedan asirse. 

Ojalá que la puedan tomar. Solamente hay que saber verla, hay que encontrarla, hay que buscarla o por ahí te sorprende. 

Hoy no te puedo decir en qué momento exacto yo me volví a apoyar en Jesús. Después del mensaje de amor de que “nada te puede faltar”, de que “en la oscuridad yo caminaré de tu lado”, a mí realmente me salvaron, y estoy muy agradecido por eso. 

– ¿Qué le dirías a ese pibe que veía las películas a través de los dibujos de su padre si lo encontraras hoy? 

La verdad es que me daría vuelta y lo abrazaría muy fuerte. 

– Gracias