Como si se tratara de un muro, el rostro es el soporte que sostiene la imagen que una mujer proyecta al mundo; o de un lienzo, donde es posible, por el arte de la pincelada, el efecto buscado, el giro de la mano mágica sobre el pincel o la esponja, transformar la piel en esa obra imaginada que seduce y asombra. Cuando Gimena Carmelé abre las puertas de su estudio se ingresa al mundo donde la belleza se acentúa y se manifiesta.

Es rubia, alta, delgada, elegante. Sin embargo, minutos después de iniciar una conversación, esas condiciones se difuman tras un rasgo que le es inquebrantable: la determinación. Si hay una mujer que transmite convicción en el relato de su pasión, es Gimena Carmelé. «Tras una necesidad imperativa de conseguir dinero para mantener a mis hijos fue que decidí en el 2011 que el maquillaje sería lo mío y me dedicaría a eso a pleno. Con mis ansias de crecer y ser conocida no me llevo tantos años llegar a esta meta. Comenzar no fue fácil, tuve que pasar por una confrontación con el que en ese entonces era mi pareja ya que su ideal era “el hombre trabaja y la mujer se queda en casa con los hijos”. Lamentablemente éramos muy chicos, él, poco responsable y yo tuve que tomar las riendas de la economía del hogar. A principios de 2013 nos separamos y fue unos meses después que comenzó mi despegue fuerte.»

«Mi espacio arrancó en el garaje de mi casa, sólo tenía una camilla y un bellísimo espejo con luces diseñado y construido por mi papá quien junto con mi mamá me dieron el primer impulso para comenzar. Luego, con todo el amor, sacrificio y agudizando mucho el ingenio, comencé a embellecer e incorporar mejoras al espacio para perfeccionar el servicio hacia mi clientela. Así inicié la inversión, con mucho amor y sacrificio, y agudizando mucho el ingenio. A lo que en principio fue solamente maquillaje se fueron incorporando después las capacitaciones.» 

A medida que habla desliza la mirada por el estudio, iluminado como en un nimbo de alquimia, con espejos impecables y estantes de cristal donde los pigmentos se acomodan casi como joyas. Allí las mujeres entran siendo unas y salen como otras. Las luces minuciosas acompañan los procesos del maquillaje social, artístico o de efectos especiales para cine; o el del semipermanente de labios, ojos y cejas, un tratamiento de dermopigmentación, o el microblanding, que se utiliza para rediseñar y repoblar cejas pelo por pelo, transformando las miradas de un modo casi milagroso. Los sillones invitan a relajarse y reposar la cabeza para que los elementos usados en el maquillaje hagan su tarea. Sobre un mueble antiguo decapado en blanco, las cajas de té muestran lo necesario para que la estadía en ese mundo aromatizado sea una suerte de pequeño lujo: «Todo el tiempo pienso en que el estudio tiene que ser un espacio cómodo, donde la gente se sienta feliz, cálido, ameno. Desde hace tres años estoy acá, en el Bv. Pellegrini 3039». 

En la misma casona donde maquilla, ofrece los talleres. «Son cursos cortos donde enseñamos iniciación al maquillaje para que después la misma persona pueda explorar otras áreas.»

Una familia de inclinación y acción artística, sin dudas, influyó en ese perfil que hoy se vuelve la cara auténtica de Gimena. Su mamá, ahora docente facultativa, fue maquilladora; su abuela era la conocida cosmetóloga Delia García de Carmelé; su papá, arquitecto y músico; su hermano, bajista de Cuanticuénticos. Y tiene, además, tíos cantantes y directores. «Soy artista y de empresaria no tengo un pelo. Yo le metía todas las ganas y el empuje pero me faltaba el conocimiento de marketing. En 2015 trabajé con una empresa de productos donde abrí la cabeza y me ayudó a expandirme y vender mis servicios. Mi actual pareja fue un pilar importante para apoyar todas estas ideas.» Hay, entonces, en la sustancia constitutiva de esta joven mujer, una sensibilidad especial y una inclinación innegable hacia la búsqueda de la belleza y el sentido estético, cualidad que la llevó a iniciar estudios de diseño pero que la terminó dirigiendo, por el camino de la pasión, hacia el espacio que hoy consolida.

Durante la carrera que desarrolló para cumplir sus objetivos, esa tenacidad que trasluce en la voz y en la vivacidad de los ojos se le vuelve palabra para definirse a sí misma: «Soy una inconsciente y nunca mido el peligro. Siempre tengo grandes ambiciones y una vez que decido un objetivo soy imparable hasta lograrlo». La convicción, que se hace carne en ella, es también un ejemplo para las mujeres que se acercan a utilizar sus servicios o a tomar las capacitaciones que ofrece en su academia, y no duda en afirmar que «no es banal que una mujer muestre la mejor versión de sí misma. Más allá del maquillaje, tanto a las clientas como a las chicas que toman las capacitaciones, siempre les digo que el miedo paraliza, no deja crecer ni deja crear, uno tiene que ser un alma libre, y al momento de salir a ser profesional, que nadie nos puede parar. Es querer y lanzarse. Lo importante es creer en la propia capacidad y no escuchar los comentarios que nos tiran atrás».

Los efectos del maquillaje no culminan en una simple apariencia sino que, como hundiendo sus misterios en la materia, inculcan una especie de don: «Me gusta el poder de darles la posibilidad a las mujeres de verse hermosas, de potenciar sus rasgos, de romper esa idea de fealdad que a veces cargan sobre sí mismas. Somos una especie de ilusionistas que afirmamos líneas o disimulamos otras. Cada vez que termino un trabajo, me da felicidad ver la alegría de las chicas, su satisfacción.»

A pesar de sostener que su veta vertebral es la creatividad y no sus dotes empresariales, Gimena no cesa de proyectar metas: «Actualmente somos distribuidores oficiales de la línea Andrea Pellegrino y de ahí fui invitada por Andrea este pasado año a disertar en Expo Estética, el evento de estética más importante en Latinoamérica, en su stand de maquillaje. Luego, empezamos a explorar en productos innovadores, pigmentos para ojos, muy particulares, dúos cromáticos, y un agua perfumada con glitter que está causando sensación. Así nació mi propia línea de pigmentos, que se comercializa aquí, en el estudio, y en otros puntos de la provincia». 

Esa expansión la compromete a tener una presencia cada día mayor en otros escenarios, y no sólo donde los espectáculos se jerarquizan con su trabajo. Por sus manos han pasado el elenco de Violetta y Tini Stoessel, Mica Bisiconte y Pitu de Combate, Mica Breque, María Susini, Carlos Felice, entre otros. También participó del desfile Estilo Rosario bajo la dirección de Matilda Blanco y trabaja desde hace tres años junto a Juan Manuel Pont Ledesma, quien es el máximo exponente en make up de Latinoamérica. Y este año trabajará también junto con Joha City entre otras celebrities del make up en el país. Esto demuestra el profesionalismo con el que ella y el equipo de su estudio dan contundencia a los rostros más diversos.

Suena una música en el aire que entra por los oídos y va directo a las ganas de soñar. Una mujer se levanta del sillón frente al espejo que le devuelve la imagen de su rostro convertido, embellecido para la fiesta que la aguarda, unas horas más tarde. Las novias, a las que Gimena dedica un día exclusivo para que lleguen al altar con la perfección imaginada durante tanto tiempo, tejen esas ilusiones en el pecho y en las caras, asombradas de las transfiguración que las vuelve, definitivamente, inolvidables. 

 

Texto: Fernando Marchi Schmidt

Estilismo: Gimena Carmelé

Fotos: Leonardo Gregoret

Nombre de sección: Retratos y perfiles

Edición: N° 79

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