Marcelo Cutró nació en Santa Isabel, un pequeño pueblo del sur de la provincia de Santa Fe. Hoy vive en Rosario, donde desarrolla su labor como poeta y también como editor. El arco de sus publicaciones va de 1993 con Los lugares con noche (Editorial La entrepierna del sábalo, Rosario) hasta 2012 con Rumania-Santa Isabel (Ediciones en Danza, Buenos Aires). Participó en numerosas antologías, siendo la última la Federal de Poesía Región Centro, del Consejo Federal de Inversiones en 2018.

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TS —Eras chico cuando te fuiste del pueblo, pero ¿qué de Santa Isabel quedó en vos?

MC —De Santa Isabel ha quedado en mí el origen o, mejor dicho, el perfume de esa procedencia, que llevo con orgullo. Me gusta haber nacido en ese pueblo, quizá porque viví en él solo un año. Tal vez, de ahí provenga ese mirar desde lo mínimo la inmensidad.

TS —Si viviste solo un año ahí, imagino que la génesis de tu relación con la poesía sucedió en otro sitio. ¿Dónde y cuándo fue, si es que puede precisarse?

MC —La puedo ubicar precisamente. Ocurrió en Pérez, ciudad ubicada muy cerca de Rosario, donde cursé parte de mi escolaridad primaria y toda la secundaria. En quinto grado, me “enamoré” de una compañera y lo primero que hice fue escribirle poemas. Obviamente, los textos jamás llegaron a sus manos. Desde ese momento nunca dejé de escribir.

TS —¿A qué lugares te llevó la poesía? Primero, en el sentido geográfico del término, luego, en otros sentidos más abstractos que quieras darle a la respuesta. 

MC —Podría establecer un mapa, por llamarlo de alguna manera, de lugares concretos. Me ha llevado a Buenos Aires, para estudiar Poética; así como a muchos y diversos pueblos y ciudades de nuestra provincia, incluído el de mi nacimiento, motivando más de un título para mis poemarios. La ciudad de Santa Fe, por citar otro punto de nuestra geografía, siempre me ha recibido muy bien gracias a la enorme generosidad y talento de Gabriela Schuhmacher. Respecto de la segunda parte de tu pregunta, te diría que me ha conducido hacia donde hay noche, amigos, maestros, amores, belleza, tristeza, felicidad.

El año pasado, Marcelo decidió arrancar un proyecto editorial junto al escritor Patricio Raffo. CR Ediciones nació como vehículo para libros de poesía y narrativa, además de revistas, como la reciente Liso Santa Fe, de Yamil Dora y Fidel Maguna.

TS —¿Qué te decidió a empezar una editorial en tiempos tan adversos para las editoriales? 

MC —Con Patricio, querido amigo y gran escritor, pensamos CR ediciones como un espacio de trabajo dedicado, en el sentido más estricto del término, a la palabra. Compartimos el placer de editar. ¿Cómo soportar la adversidad sin hacer nada al respecto? Nos une, aparte de una valiosa amistad, ese afán de realizar emprendimientos relacionados con nuestro ámbito literario, intentando que esta vida sea un poco más amable.

TS —¿Esa camaradería literaria se extiende más allá de Raffo? Quiero decir, ¿te sentís parte de una generación, una escuela, un grupo? 

MC —No, sinceramente no. A lo mejor la crítica se ocupe de posicionar mi labor en alguna de esas ubicaciones. Mi primer libro fue publicado en 1993 y tuve el honor que fuera presentado por el notable poeta Jorge Isaías y la maravillosa cantante Liliana Herrero, dos seres encantadores de generaciones previas. Ese diálogo con los que nos precedieron me parece fundamental en nuestro aprendizaje cultural y humano.

TS —Hablando de presentaciones, ¿qué importancia le asignás a la puesta en escena de la poesía, a brindarla de voz presente a un grupo de oyentes?

MC —Considero a la lectura en público una posibilidad inigualable, que nos permite acompañar nuestra poesía expresando lo musical, lo plástico y lo actoral que ella contiene. Es un modo de ofrecer a los oyentes otra luz para recibir nuestros versos. Pascal Quignard dice al respecto: “el auditor mantiene la boca cerrada, abre los oídos”.

TS —Más allá de que no te sientas parte de una escuela o corriente literaria, imagino que tendrás tus poetas de referencia.

MC —Claro que sí. Aunque mis dos referencias iniciales fueron cantantes: Jorge Fandermole y Alberto Muñoz. De Jorge, sigo disfrutando sus composiciones. La vida me regaló la oportunidad de estudiar Poética con el enorme maestro que es Alberto. Luego, el abanico se desplegó de manera considerable: desde Pizarnik, Héctor Viel Temperley, Juan L. Ortiz, Juarroz y Susana Thénon hasta Eduardo Mileo, Arturo Carrera, Arnaldo Calveyra, Humberto Díaz Casanueva, Alejandro Pidello, Susana Villalba y muchos más.

TS —¿Qué buscás como lector, qué te deleita? 

MC —¡Deleite! ¡Qué buena palabra! “Placer del ánimo”, dice el diccionario. Busco emoción. Un texto me conmueve y me abraza… o me expulsa.

(Destacado)

Escribir a edicionescr@hotmail.com para contactarse con Marcelo Cutró o saber más de CR Ediciones.

Texto: Mariano Peralta

Fotos: Judith Cutró

Nombre de sección: Literatura

Edición: N° 72

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