Es santafesina, realizó una maestría en administración pública, egresó de la escuela primaria del Colegio Niño Jesús, del Colegio Nuestra Señora del Huerto en el secundario y empezó a vincularse con la parte pública y la militancia cuando ya casi se recibía de abogada en la UNL. Apasionada por los globos terráqueos. Es actual diputada por el PJ y candidata a concejala ganadora de las internas.
TSF –¿Quién es Marcela Aeberhard?
MA –Una mujer comprometida con una ciudad que necesita el trabajo de muchos hombres y mujeres para mejorar el lugar que cada uno quiere vivir. Amo la ciudad de Santa Fe. De grande empecé a darme cuenta de que solamente en la academia no se encontraban las respuestas a algunos problemas, sino también en la actividad militante o el diálogo con el vecino.
TSF –¿En su familia hubo militancia política?
MA –Sí, mi abuelo Adolfo Aeberhard, era farmacéutico, entrerriano al igual que toda mi familia paterna, y propietario de la Farmacia Moderna, una de las más conocidas en Paraná. Fue diputado de (Raúl Lucio) Uranga (gobernador de la provincia de Entre Ríos entre 1958 y 1962), y de Frondizi que había llegado al poder por el MID, pero también por un acuerdo con el PJ, porque en ese entonces estaba proscripto.
TSF –¿Cómo llegó a estudiar Derecho?
MA –Siempre me gustó estar vinculada con los estudios de relaciones internacionales y mi mamá me decía que lo importante era que haga una carrera de base, que me dé cultura general y después de esa instancia especifique lo de las relaciones internacionales, creo que no le gustaba que me vaya a estudiar a Rosario. Las ciencias sociales, la literatura y la biología siempre me gustaron, no era buena en matemática. Entonces empecé a estudiar derecho con unas amigas y disfruté muchísimo la facultad. Mi sueño era rendir en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN) para ser una diplomática de carrera, me pasaba horas haciendo los exámenes. Me encantan los idiomas, estudié desde chica inglés, francés, portugués, pero siempre decía que no iba a estudiar una lengua, sino una cultura.
TSF –¿Pudo poner en práctica los idiomas a través de los viajes?
MA –A los 18 me fui a vivir a Brighton (una ciudad situada en la costa sur de Inglaterra)
a estudiar su idioma y ahí entendí que está bueno viajar, pero no perder de vista lo que pasa en tu ciudad, si te vas no perdés las amistades, pero sí el día a día. Posteriormente me iba a ir a España a hacer una maestría en la Universidad Complutense de Madrid, pero empecé a trabajar en una organización social, no me fui y la verdad que no me arrepiento.
TSF –¿Qué siente que le debe la política y que usted le debe a ella?
MA –Oportunidades, conocimiento, creo que uno hace al lugar, no el lugar a las personas, la política te da herramientas, posibilidades de ser protagonista, algo que siempre me gustó: protagonizar la historia. También me brindó un marco de relaciones, encontrar gente valiosa. Yo le he dado, pasión, vocación. Creo que las personas deben generar propuestas, demostrar voluntad en el lugar que estén, eso es lo que me seduce la política: hacer, proponer, mejorar. En mi vida personal también soy exigente, miro lo bueno, siempre el vaso más lleno que vacío, el ADN es ese.
TSF –¿Logra distenderse por completo?
MA –Cuando estoy con mis amigas lo logro fácilmente, cuando hablamos de nuestros hijos, viajes, aunque sí soy bastante responsable en el trabajo, me cuesta mucho hacerme la zonza, esquivarle al bulto, así fui de chica, me decían “vos lo que tenés que hacer es estudiar, lo demás, mamá y papá te lo cubren”. Antes siempre me escapaba a algún lado, pero ahora, siempre hay un evento al que asisto, alguna actividad con la que cumplir. Cada uno también tiene responsabilidades que le competen.
TSF –¿Quiénes son sus referentes?
MA –Respeto mucho a Abel Pascual Albino (médico pediatra argentino dedicado al tratamiento de la desnutrición infantil y creador de la Fundación CONIN), lo escuché hace dos años en el Colegio de Abogados y me movilizó el testimonio de vida que dio, es una persona que tiene comodidad y tiene una situación de confort, podría estar haciendo otra cosa, pero se comprometió con lo social. También me identifico con gente que le pone pasión al trabajo como René Favaloro. También valoro muchísimo la profundización de la vida académico profesional que hicieron mi papá y mi mamá. Tengo marcada esa vocación de servicio que a veces va a hasta dejar de lado las cosas que tenés ganas de hacer en función del bien común y de involucrarse con el destino colectivo. Ser coherente entre la idea y la acción hace que tengas a muchas personas a las cuales respetar.
TSF –¿Tiene más amigos dentro o fuera de la política?
MA –Fuera, tengo un grupo de amigas que las siento como mis hermanas, para los festejos de haber ganado las internas no faltó una. Ellas conocieron mi esfuerzo de ser mamá, estar sola, arremangarse un poco.
TSF –¿Es difícil ser mujer política?
MA –Sí, tenemos varias cosas en la cabeza a la vez, desde la hora que salen los chicos de la escuela, la hora que hay que llevarlos, que no les falte nada, que haga la tarea, que esté contenta con su grupo de amigos, su fiesta de cumpleaños, las reuniones del trabajo, difícilmente se pueda lograr todo, me gusta la belleza, la moda, los colores. Generalmente elijo el trabajo, trato de compensar otros tiempos con mi hija, pero este recambio generacional que tiene la política nos interpela a nosotros a estar presentes.
TSF –¿Se pensó diputada o concejala alguna vez?
MA –No, fueron situaciones y coyunturas que me llevaron a eso, pero no me lo propuse y no lo tenía premeditado, me gustó y quise ser protagonista, pero no lo busqué, se fueron dando las circunstancias. Para mí el voto es responsabilidad, mucho compromiso, no es un cheque en blanco, se valida día a día, no gané nada. Creo que todos podemos dar más, lo colectivo es mucho más que la suma de las individualidades.
CRÉDITO: Sergio Ferreyra
FOTOS: Pablo Aguirre