Necesario es, en este tiempo, pensar en espacios simples que fluyan, en nuevos modos de habitarlos, en estéticas que superen lo superfluo y nos orienten a un minimalismo insipiente.
«Menos es más», la repetida frase que instaurara Mies van der Rohe en los comienzos de la modernidad, hoy resuena renovada e ineludible. Los espacios interiores piden ser un bálsamo, una cuota de frescura ante tanto ruido visual al que nos somete la hiperconectividad.
Viviendas, espacios de trabajo, lugares para compartir y habitar se han tornado en refugios, pero también en extensiones de los propios habitantes. Por eso, reflejan identidad, gustos, tendencias, modos de vida y posicionamientos, pero además sugieren necesidades sociales ineludibles.
Una fuerte responsabilidad en torno a estas miradas sociales compromete a los diseñadores a repensarnos constantemente. Hemos superado los tiempos del maquillaje estético para involucrarnos con una mirada más profunda, que atraviesa y se constituye en la línea de la temporalidad que compromete nuestras decisiones con un futuro real. Si bien muchas veces reconocemos al mundo del diseño como una gran rueda donde todo retorna, es deseable que ese retorno sea superador y creo que hacia allí caminamos.
A pesar de vivir en una época sin estilo, plagada de estéticas pasajeras y de modas influidas, es importante observar cuál es la necesidad. El diseñador se torna, entonces, en un nexo entre las personas y la cultura, entre el habitante y su hogar.
En el ejemplo de las fotos, podemos observar un departamento renovado con algunas ideas pensadas desde esta mirada contextual. Simple y austero, pero sin perder una cuota de sofisticación, invitando a quienes lo habiten a apropiarse de los espacios y a personalizarlos viviéndolos.
Paletas neutras y engamadas son casi una monocromía visual, contrastes de maderas que aportan calidez y un acento de color vibrante para destacar algunos elementos; en este caso, unas sillas de diseño curvo que abrazan la mesa e invitan a reuniones amenas.
Mobiliarios de guardado simples y organizados que aportan funcionalidad, se integran de manera sutil a la caja arquitectónica. Texturas y superficies que aportan contrastes y brindan personalidad, pensado en materiales nobles con una mirada sostenible.
Atravesamos un tiempo de transición, caminamos hacia nuevas formas de habitar y, para eso, debemos prepararnos. Reinventarnos siempre es el desafío que asumimos al momento de diseñar espacios habitables, mundos personales posibles, refugios del ser.
Texto: Gustavo Wedertz