Se define “santafesino de toda la vida”. Realizador audiovisual dedicado a la publicidad desde hace décadas, halló con su primer drone una nueva forma de ver la realidad. En 2020, la pandemia encontró a Hernán Retamoso mostrando lo que el aislamiento impedía ver. Hoy, hobby y trabajo se entremezclan en las cuentas de ‘Obsesivamente’.
“El hecho de nacer y vivir junto a la laguna hasta casi los 30 años marcó mi primera conexión con el agua, la playa y ese entorno que conozco desde siempre”. Hernán Retamoso relata así los puntos que conectan su actividad con las imágenes que lo hicieron conocido en las redes a través de su cuenta ‘Obsesivamente’.
Hernán estudió ingeniería electrónica y el interés por la realización audiovisual lo acercó a una productora de videos sociales. “Como andaba bien con las computadoras empecé a hacer animación, a editar videos y grabar”, cuenta. Más adelante llegaría al mundo de la publicidad y a la independencia laboral. Asociado con su amigo Esteban Cicarilli, formaron una empresa que en abril cumplirá 25 años.
El drone: trabajo y hobby
La historia con el drone encuentra su origen más remoto en un amigo hobbista que tenía helicópteros a control remoto. De la colocación de cámaras profesionales en ellos a la idea del drone hubo un camino directo. “Yo lo contrataba como complemento de mi trabajo para las imágenes aéreas. Cuando empezaron a aparecer los drones más portables, él fue de los primeros en tenerlos en Santa Fe. Y medio que me llenó la cabeza. Necesitás tener tu drone, me decía”
Hace tres años, Hernán compró su primer drone. “De a poco lo fui sumando a mis servicios y lo ofrecía a clientes”. También lo acompañaba en sus viajes. Chile y el sur argentino fueron escenarios en los que el aparato registró su andar desde lo alto. Casi también como un juego, comenzó a unir imágenes con textos en redes y el resultado superó lo imaginado. “En instagram me seguían 300 y ahora me siguen más de 3000”.
Con el drone, Retamoso siguió la bajante casi inédita de la laguna. Y al iniciarse el aislamiento, su cámara de alturas se convirtió en el ojo que mostraba la ciudad vacía a los recluidos habitantes. Para cuando la laguna dejó de ser el punto de mayor interés, la cuenta ‘Obsesivamente’ ya había ocupado un lugar difícil de obviar. Empezaron las notas en medios, las llamadas de docentes e investigadores, la declaración de interés por parte del Consejo Municipal. Él aún se muestra sorprendido. “En realidad todo lo que hago es por curiosidad”, señala.
“El drone da la posibilidad de encontrar un ángulo, un punto de vista que al ras del suelo no tenés”, afirma. Hernán subraya la aptitud de llegar al medio de la laguna sin alterar el estado de cosas, algo que con una lancha y su ruido no se logra. Las distancias y terrenos imposibles de caminar se sortean también con la mirada desde arriba. “Hay situaciones en que grabar con la cámara en mano es mucho mejor pero hay otras en las que el drone te da una información que no te da nadie”.
Puesto a recordar momentos especiales, Hernán destaca aquel amanecer de mayo en el que desde la playa del Chaquito mandó el drone al delta de la laguna. La imagen que pudo ver lo maravilló. “Parecía el parque jurásico con sus pájaros y entorno. Era como estar metido en una película”. Desde entonces, los amaneceres ocupan un lugar especial. Consulta el pronóstico, planea paisajes y sabe si ese día la mirada se ubicará o no arriba de una nube.
Presente y proyectos
A los paisajes agrestes o al siempre mostrable puente colgante, se fueron sumando imágenes típicamente urbanas. Edificios, terrazas, cúpulas de iglesias son objetivos actuales. Con su colega, Monica Marinaro, se encuentran abocados a un relevamiento de edificios históricos. Cuenta que está a punto de concluir un trabajo sobre la iglesia de San Francisco y se entusiasma hablando de las tomas, exteriores e interiores, que hicieron de la de Santo Domingo. O de los mosaicos de la casa de gobierno y la escuela Inmaculada, todos descubrimientos apoyados por la mirada desde el cielo.
“¿Sabías que hay un faro en el parque del sur?”, pregunta. Entonces relata que lo que fuera una chimenea fabril, al expropiarse los terrenos del actual espacio abierto, quedó allí, junto al anfiteatro, como un faro sin mar. Mientras muestra su tercer drone, pequeño y manuable, habla de las maravillas de la tecnología, de lo mucho que aprende a diario con esta actividad y de cuánto disfruta compartirlo con quienes lo siguen en redes. “El 80% de las cosas que publico son cosas que voy aprendiendo”
Las nubes, la niebla, el parque arqueológico de Cayastá en comparación con el casco de la ciudad, una cascada cerca de Coronda….Los paisajes captados y en proyecto se suceden sin interrupción. Y mientras lanza el drone y toma imágenes con sus cámaras y celular, Hernán sigue haciendo crecer sus cuentas. Esas que llevan el nombre que deriva de su carácter meticuloso. Y, aunque le propusieron cambiarlo por su denominación personal, él considera que ‘Obsesivamente’ ya es la marca que lo identifica.
Créditos: Julia Porta