“Volvía de trabajar con un amigo en su auto por la ruta, semáforo en rojo y nos detuvimos; al costado nuestro un camión jaula transportando vacas apretadas… con una mirada tan triste…”
Me preguntaba: ¿Por qué algunos animales son amados y cuidados? ¿Por qué otros condenados a morir? O tal vez como dijera Henry Spira: “Empecé a preguntarme por qué abrazamos a algunos animales y hundimos el tenedor en otros”.
¿Cómo tratamos a los animales? ¿Como seres sintientes o como mercancías? ¿Como cosas o como sujetos con derechos?
He observado que cuando se maltrata a un animal las personas suelen manifestarse en contra de estos actos de violencia, ¿pero qué ocurre o qué pensamos cuando cada hora se asesinan más de 6.000.000 de animales para el consumo? ¿Cómo justificamos esto?
No se podría justificar esta forma de violencia porque no es ni saludable, ya que cada día se presentan más evidencias de que los productos de origen animal no son necesarios para nuestra alimentación; tampoco es ecológico ya que la cría de animales para el consumo produce un desastre ambiental (pensemos, por ejemplo, en las grandes superficies que se desforestan para pasturas) y tampoco es natural “porque siempre se ha hecho”; recordemos que en otras épocas era natural el pensamiento de la esclavitud humana y hoy eso es inaceptable.
A partir de esto podríamos pensar en una forma de vivir que incluya a “todos”, que promueva la empatía, el amor y la justicia y que nos permita ampliar nuestro círculo. Aparece aquí lo que Donald Watson (1.910 – 2.005) denominó Veganismo.
Veganismo es una postura ética que postula que todos los animales humanos y no humanos merecen vivir en libertad sin ser explotados.
Ser vegetariano es seguir una dieta basada en vegetales, que en ocasiones puede incluir derivados de los animales como son los lácteos, huevos y miel.
Ser vegano es una postura radical que implica el no usar a los animales no humanos para consumo, entendiéndose por consumo no sólo al ingerirlos como comida, sino también evitando sus derivados, incluida su piel, su cuero y evitando la recreación que los incluya.
Ser vegano es ampliar nuestro círculo de amor y justicia hacia todos los seres sintientes; seres que con emociones, deseos e incluso intereses, como nosotros los animales humanos, están en la tierra para vivir libremente.
La construcción de una cultura de paz implica que podamos ser empáticos con todos y en este “todos” incluir a los animales no humanos también. Cuando logremos una mirada genuinamente inclusiva podremos hablar de amor y justicia verdaderos, mientras tanto estos valores quedarán empobrecidos y limitados.
Cuando decidí ser vegano hacía 20 años que era vegetariano. La decisión la pude tomar basándome en el reconocimiento de que podía vivir de una manera digna, satisfecho y feliz siendo amoroso con la vida de los animales no humanos.
Me di cuenta que podía alimentarme correctamente sin hacer sufrir ni explotar a otros seres y que ésto no implicaba que me faltaría algún nutriente. Comprendí que podía vestirme sin hacer uso de la vida de los animales no humanos y que podía recrearme con formas más humanizadas.
Al respetar y empatizar con estos seres que también tienen familias y sienten dolor sentí que era un camino hacia la paz verdadera.
En una ocasión en una fiesta familiar alguien dijo: Así que sos vegano, qué saludable que comés. A esto respondí: Soy vegano más que por motivos de salud; soy vegano por amor pero por sobre todo por justicia; soy vegano porque sigo el Principio que rige a todos los caminos espirituales: “Trata a los demás como te gustaría que te traten” y en verdad me agrada que me traten con respeto, con amor y sobre todo que conmigo sean justos.
No podemos hablar de violencia cuando en nuestros análisis o discursos excluimos a otros seres sintientes. Cuando hablamos de violencia y decimos que trabajamos para abordarla mientras llevamos un trozo de carne con un tenedor a la boca, o mutilamos o participamos de la explotación hacia seres también sintientes, estamos engañándonos.
Ser vegano es muy fácil y puede ser muy divertido y creativo. Es sencillamente vincularse con la paz y la empatía buscando el menor daño y dolor posibles.
Y sobre todo es cultivar los verdaderos valores que sustentan una civilización evolucionada: la paz, la empatía y la justicia que si se manifiesta a “todos” los seres crea un mundo mejor.
Ya lo decía Gandhi: La grandeza de una nación y su progreso moral pueden juzgarse también según la forma en que tratan a sus animales.
Jorge Bode.
Counselor. Terapeuta Ayurvédico. Profesor de Yoga.