Cualquiera que ingrese a una casa habitada o no de la colonia, de mediados o fines del siglo XIX, de comienzos del XX o promediándolo siente la pregnancia de sus paredes, el contagio de su clima y la sugestión de presencias ausentes. Es lo que ocurre en “Todas las casas están vivas”.
Los habitantes de una ciudad caminan por sus calles generalmente sin advertir ni el paisaje natural ni el cultural. Son escasos los que se detienen no sólo a mirar el cielo sino a observar la diversidad de las construcciones. La arquitectura de cualquier sitio en el mundo puede conservar un estilo típico, pero en general es ecléctico. La variedad de la fisonomía y su conservación ofrecen un panorama apasionante especialmente en el caso de las edificaciones destinadas a la vida doméstica.
Mientras leemos estos relatos reconocemos presencias atravesadas por el tiempo, atmósferas misteriosas y las historias que largos años se escribieron sobre sus paredes. La autora mezcló en armonioso maridaje fantasía y realidad, historia e imaginación. Investigó las generaciones que habitaron distintas casas elegidas como íconos urbanos en su ciudad de residencia. Y, como ella expresa, percibió en una errática casuística, que se esmera en no asociar con la comprobación científica, de qué manera aquellas casas resudaban vida. Vida que se va transfiriendo a los sucesivos habitantes y que condiciona su existencia de algún modo. Lo dicen los que la han leído en profundidad, lo afirman algunos críticos, su lectura es adictiva. Es muy difícil despegarse de ella porque lleva verdades ocultas.
Esta es una selección de relatos que pertenecen a distintas etapas en la vida literaria de la autora. Los acerca su estilo difícil de catalogar o de reconocer como perteneciente a alguna escuela, según definiera uno de sus críticos; “metaliterarios”.

Carmen Úbeda

Periodista y escritora santafesina. Incursionó también en la docencia, en la carrera de Comunicación Social y Locución.  Ejerció ambas profesiones en esta y otras ciudades del país y de América Latina. Alejada ya de sus múltiples actividades hoy se dedica por entero  a la ficción, el ensayo y el articulismo en diversos medios. Autora de una docena de libros de ficción, ensayo y dramaturgia y de innumerables artículos, formato de su preferencia una vez retirada del periodismo de rutina. Autora de “La Contaminación” (teatro), “Somos porque fueron” (ensayo), “Bautismo de Sal” (crónica ficcionada), “El Círculo” (novela), “La Pregunta” (novela), “El Enemigo” (caracterizada por la crítica como metanovela), “Una fortuita interrupción del hastío” (novela), “Del Rosa al Negro” (novela), “Dios ¿es quien?” (novela), y otros. En preparación: “Un invento para no morir”, “All the life y Mnemosina” y “La casa perdida en la nieve”.

Nunca pensó en ser otra cosa que escritora, con la costumbre de “escribir con la cabeza”, como le gustaba definirlo de niña. Autocrítica y reflexiva, anda leyendo el mundo todo el tiempo y lo traduce a sus lectores.

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