“Resplance tu nombre, negro vino que alegras el corazón del hombre” Jorge Luis Borges, “Oda al vino”
A partir de una mítica leyenda, el vino nos fue legado para placer de la humanidad toda.
El vino es arte, mito y cultura; si hablamos de cultura e historia, podríamos ubicar su cultivo y elaboración en las primeras manifestaciones de la civilización misma. Cuando el hombre se asienta en comunidades y deja de ser nómade, cultiva sus alimentos y domina los granos y frutales para su goce y para darse un momento de placer con bebidas gratificantes producto de la fermentación de los mismos. Los primeros cultivos se ubican en la Antigua Mesopotamia, hace 6000 años aproximadamente en la zona ubicada entre los ríos Éufrates y Tigris.
Por obra de la casualidad, un antiguo rey persa dejaba los granos de uva que le traían sus esposas en una vasija de barro ya que su creciente melancolía y una increíble apatía le impedían disfrutar de las mieles de palacio y fortuna. Pasado un tiempo comenzó a sentir aromas empalagosos que provenían de la tinaja de uvas, bebió de ella y a partir de entonces sus esposas le parecieron más hermosas y divertidas, el Palacio se tornó más alegre y cuentan que la fiesta duró mucho tiempo.
Esa sería la versión mítica y popular. En cuanto a la cultura religiosa, se relata en la Biblia, entre otras, una historia en la que Dios, al verlo a Noé apesadumbrado por su ciclópea tarea de construir el Arca, le regala una planta de vid. Le encarga que con sus frutos prepare una bebida que lo relajaría y causaría placer y le daría fuerzas para continuar con su tarea divina. Noé cumplió con su mandato y él y su familia pudieron gozar de la bebida prometida.
En otra oportunidad, “…fue invitado Jesús a una boda en Caná y la madre le dice que ya no queda vino en la fiesta, entonces Jesús ordena llenar seis tinajas de agua y más tarde al destaparlas había vino nuevo…” San Juan (43:2:12), y así ocurrió el primer milagro de Jesús: convertir el agua en vino.
Con esta frase me despido de ustedes.
Crédito: Mario Bass
Beba con moderación – Si bebe no conduzca