El día del amigo es tan argentino como el Papa Francisco. Y lo que digo no es algo antojadizo, ya que se lo debemos a Enrique Ernesto Febraro, profesor de Filosofía, Historia y Música, además de Odontólogo. Se supone que alguien que desarrolla todas estas disciplinas está en contacto cotidiano con la gente y sus virtudes y/o angustias. Imaginemos a Enrique filosofar con Foucault o Descartes y ponerle música a un dolor de muelas. ¿Te parece increíble? Agregarle un poco de historia y ¿qué tenemos? Un hombre que se encuentra a sí mismo y necesita de alguien con quien compartir estas experiencias.
Lo más genial es que Febraro fue el Socio Fundador del Rotary Club de San Cristóbal. Este amigo rotario estaba viendo por T.V. el alunizaje de la Apolo XI en la Luna (me remonto a 1969) y, al escuchar la frase de Neil Armstrong: “un pequeño paso para el Hombre y un gran salto para la Humanidad”, se le ocurrió que en ese mismo momento, gran parte del planeta estaba unido por este gran suceso y pensó: “hoy somos todos amigos y festejamos este logro”. Piensen, 1969, nos tomamos de las manos y nos abrazamos.
De ahí en adelante fue su meta constituir esa fecha en algo singular: “DIA DEL AMIGO”.
Comenzó a enviar cartas a los medios periodísticos y al gobierno. En síntesis, en 1979 y por Decreto Nacional, se instituye el 20 de Julio el Día del Amigo.
¿Y esto que tiene que ver con el vino? Mucho. El vino por antonomasia agrupa, reúne y alegra los corazones de quienes lo comparten. El vino suele estar presente en esos momentos que recordamos en nuestros corazones, en las celebraciones, en los lugares que visitamos y en nuestros encuentros con amigos. El vino es el disfrute, el goce y también es trabajo, es preparación, es alegría y dedicación en la justa elección del apropiado, ese vino que vamos a recordar y con el que vamos a coronar y jerarquizar la celebración. Todos soñamos con ese día perfecto, bebiendo con amigos o simplemente recordando un encuentro con el ser amado compartiendo una copa de vino. En la Antigüedad los hombres descubrieron que bebiendo una copa de vino se distendían y relajaban, haciendo fluir por sus bocas los dictados del corazón.
Como dijo el gran poeta Omar Al Khayyam: “¡Hay de aquellos corazones donde la pasión no existe! Que no sienten el hechizo del amor, que es la alegría de la juventud. El día de tu existencia que pasas sin amar es el más inútil de tu vida.”
Beba con moderación. Si bebe no conduzca.
Créditos: Mario Bass
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