Carola Gaitán es artista plástica. Sobre el lienzo, sus figuras y pinceladas buscan plasmar lo que siente, reproducir a quienes admira y dejar en todo su impronta particular. Además, interviene prendas de manera personalizada, en las que con su estilo da la forma que quieren mostrar quienes se las encargan. Hizo sus estudios superiores en la Escuela Mantovani, es docente, también maestra de patín. En estos días una lista de concejales para San Cristóbal, su ciudad, la tiene en primer lugar. Recorre espacios con el arte como su principal herramienta, sin límites. Tal vez, porque como dice su propia campera intervenida: “Soy libre para sentir”.

Carola llega a Punto TODA para la entrevista y un torbellino parece ingresar al lugar. Es su primera vez en la nueva sede pero no su ingreso al mundo de este espacio santafesino que la recibió anteriormente en exhibiciones colectivas. Se muestra feliz por el lugar privilegiado de una de sus obras (la mitad del rostro del David con el amarillo como principal color) en la sala destinada a la charla. “En la secundaria decidí que quería estudiar artes visuales y me vine para acá a la Escuela Mantovani”. Dice que en esa institución vivió la etapa formativa más rica pero, ¿cómo empezó todo?

Una pasión originada en la infancia

Nacida y actual habitante de San Cristóbal, las circunstancias y decisiones la apartaron de esa ciudad en dos oportunidades. En la niñez vivió un tiempo en Moises Ville, localidad en donde transitó la primaria. Años después, la elección de la carrera terciaria la trajo algunos años a Santa Fe capital. Carola relata que su interés por el arte tiene origen en la infancia y un nexo con su papá Ricardo. Él era policía pero siempre le gustó mucho dibujar, dibuja muy bien. Creo que ahí estaba la semillita”. Hubo desde su padre un fomento al arte que ella misma alimentó de otras maneras. “Me nutrí desde muy pequeña por programas como ‘Caloi en su Tinta’ o los de Federico Klemm. Era una niña y me entusiasmaban. Me empezó a interesar la historia del arte. Entonces, cuando egresé de quinto año no tuve dudas de lo que quería hacer”.

Al término de sus estudios de profesorado artístico, regresó a San Cristóbal. Actualmente es docente y tiene un cargo directivo. “Recuerdo que no veía la hora de recibirme para poder dedicarme a pintar lo que yo quisiera. Pero le di prioridad al trabajo y a la maternidad”. Cuenta que deseaba mucho ser madre y que hoy su hija Luisina tiene 14 años. También señala que como profesora de patín artístico ponía toda su pasión en el diseño e intervención de trajes. Pero sería un hecho externo a ella lo que la llevaría directo a la actividad pictórica. “Cuando llegó la pandemia se me terminó el andar sobre las ruedas, las salidas, la escuela. Me quedé sola con mi hija en mi casa. Empecé a agarrar pinceles y cosas que tenía guardadas. Todas esas ganas que me habían quedado, ahora tenían el tiempo, la oportunidad y el espacio. Así que en 2020 arranqué y no corté más”

Como a la mayoría de las personas, la pandemia la llevó por distintos momentos. “Después de los primeros días me asusté. Empecé a tomar consciencia de lo que estaba pasando y no me quería quedar guardada con ese susto y no haciendo nada”. Carola relata que empezó a desempolvar bastidores y, cuando se quedó sin ellos, a pintar sobre cartones y paredes. Fue entonces que una amiga con herramientas y elementos caseros, tensó telas y le armó nuevas bases. “Ella me acompañó en ese proceso que fue para mí un descubrirme en otros aspectos, reversionarme completamente y empezar a ver lo que podía y quería hacer. Qué era lo que yo quería mostrar de mi”. Concluido el encierro y tras el regreso a la cotidianidad, Carola supo que había un camino sin retorno. “Vuelvo a la escuela, tengo otros horarios pero me reservo momentos y días para seguir pintando. El arte, sobre todo en pandemia, fue mi trampolín. Me salvó la vida, literalmente”.

Entre lienzos y prendas

La técnica que usa Carola es acrílico sobre lienzo. “Empecé haciendo manchas. De esas manchas empecé a sacar flores, que después desmenucé, corté, uní y mezclé con rostros. A partir de esos rostros comencé a ser un poco menos prolija y hacer pinceladas más sueltas, a buscar otro tipo de técnicas, pinceladas más grotescas y tonos neutros. Empecé a trabajar en un formato más amplio y sobre diferentes íconos que me interesaban”. Cuenta que hizo una Frida Kahlo en una obra que incluye poesía visual y una Amy Winehouse con una mirada dulce y un rosa chicle como fondo.Quise recordarla desde su talento y no desde la parte trágica”. O ese David que acompaña la charla, cuyo foco está en la mirada.

Actualmente, su padre vive en otra ciudad, pero siguen compartiendo la pasión por el arte en largas videollamadas, mientras ella pinta y él escribe. “Colabora otra vez como cuando yo era chica en esa retroalimentación”

Al momento de elegir pintores admirados, Carola cuenta que le gusta la vanguardia europea y que en Argentina encuentra muchos referentes. Entonces nombra a ‘Yuyo’ Noé, Quinquela Martín y Marta Minujín, “una revolucionaria y una mujer sobre todas las cosas”. Señala que lee mucho, que admira a Oliverio Girondo y que le interesa la poesía visual. “Generalmente cuando estoy bocetando, a la par voy escribiendo y ese texto va tomando cierta forma. A veces, incluyo escritos atrás de los cuadros”.

Otras de las actividades en las que Carola pone arte es en la intervención de prendas. “Sobre todo camperas de jean. Busco la conexión entre esa prenda y la persona que la va a llevar puesta. Me encuentro con ella, le pregunto y hablamos de la imagen que le gustaría llevar. Por supuesto que tiene mi huella identitaria y la idea es que esa persona la lleve como una obra de arte”. Señala que son trabajos personalizados, que no hay una campera igual a otra y que lleva intervenidas más de ochenta. “Me da mucha satisfacción ver el rostro de la persona cuando se la entrego. Esa emoción por la lectura que yo pude hacer sobre lo que va a llevar puesto”.

 

Docencia, política y más

Carola es docente, da clases de artes visuales y tiene un cargo directivo en un secundario rural. “Me gusta mucho la docencia. Veo como mis alumnos leen esa pasión por lo que hago. Algunos me hacen consultas e incluso se animan a pintar”. Siente que ese interés por la enseñanza viene de su madre, Gloria, alguien cuyo amor por las infancias pudo ver reflejado en acción y en resultados. Y es justamente desde la cultura y la educación donde considera que puede aportar a su ciudad como concejala por una agrupación local: San Cristóbal Unida.

“Hace rato que vengo trabajando políticamente con un grupo de personas de mi ciudad. Más que nada mi función era aportar ideas, escribir, armar proyectos con ellos. En esta oportunidad, voy a encabezar una lista de concejales”. Señala que en la agrupación hay especialistas en distintos ámbitos, como seguridad, infraestructura, salud. “Somos diferentes personas con diferentes ideologías que nos aunamos para mejorar nuestra comunidad”. Relata que la agrupación ya tiene un concejal y que el ingreso de ella marcaría un equilibrio entre las fuerzas tradicionales. “Somos personas jóvenes con ganas, con un montón de ideas y capacidad de gestión”

Mientras combina sus actividades de madre de una adolescente, la docencia y el ingreso fuerte a la política, Carola afirma que bajo ningún concepto dejará de pintar, de crear, de dar espacio a lo que la apasiona. Cuenta que la poesía visual y el diseño textil están entre sus pendientes a profundizar, que se siente feliz exponiendo en Santa Fe, creando en ámbitos de interrelación artística, interviniendo prendas personalizadas. Como la que hizo para ella con una imagen de tres mujeres desnudas unidas y la frase “soy libre para sentir”. Algo que asegura: “tiene que ver conmigo, realmente me representa”.

 

Texto: Julia Porta

Fotos: Pablo Aguirre

Sesión: Perfiles

Outfit: Ihara & London