Cada gota provoca al explotar sobre la tierra un big bang ancestral y biológico. Y es por eso que nos gusta como nos gusta oler llover.

La pregunta sobre el encantamiento del olor a tierra mojada por la lluvia fue formulada antes que nosotros por un equipo de investigadores del MIT que logró captar la sucesión de procesos que provoca cada gota de lluvia al caer sobre la tierra. La filmación atrapa el momento en que una gota de agua golpea con la tierra, formando microscópicas burbujas de aire que luego estallan para liberar las partículas que propagan el aroma en el ambiente.

Cada burbuja traza una trama biodiversa fascinante, mezcla de resiliencia, herencia cultural y equilibrio universal.

Petricor, el aroma que no podías nombrar

El aroma que permanece suspendido en el aire tiene nombre. Petricor.

El petricor nace de la combinación de tres sustancias mezcladas tras varias reacciones químicas y físicas: el ozono, la geosmina y el propio petricor, que es fresco, dulce y suave, emitido por las superficies porosas al entrar en contacto con las gotas de agua.

Virtuoso círculo lluvioso

La geosmina merece un párrafo aparte. La sustancia traza una trama biodiversa fascinante, mezcla de resiliencia y equilibrio universal.

La molécula es una comunidad de bacterias y el aroma, el perfume de su instinto de supervivencia.

Las bacterias que conforman la geosmina necesitan del agua para existir. En tiempos de sequía liberan sus esporas para sobrevivir y al llegar la lluvia, se propagan en el aire permaneciendo suspendidas en el ambiente nutriéndose del agua que cae del cielo, provocando el fabuloso perfume.

La geosmina además usa este olor para atraer animales, a los que utiliza como vehículos para su dispersión y reproducción cuando se acercan a beber.

Pero la trama biodiversa no se detiene ahí. Atraviesa ríos y desiertos. La lluvia les habla a los peces en el agua. Avisa que ya es tiempo de procrear. El petricor, disuelto en los ríos, actúa como una señal que informa a los seres de agua dulce que ha llegado el momento de poner sus huevos. Para los camellos del desierto, en cambio, la geosmina funciona como pista olfativa que los guia en su andar sediento en la búsqueda del oasis más cercano.

Llover al pasado

Pero quizás tal vez, la quintaesencia de esta esencia, nazca de otros procesos que datan de otros tiempos y de otros órdenes.

Son los aromas la única forma posible en la actualidad de viajar en el tiempo. Oler una tostada con miel nos invade de una travesía iniciática hacia el pasado de nuestras infancias. Una página de libro nuevo… y los vetustos pupitres de escuela volarán por nuestras narices.

Los olores tienen ese poder. Nos llevan, nos traen, nos elevan, nos hunden. Lugares y tiempos imposibles se vuelven posibles. Y el de la lluvia, nos permite una travesía milenaria.

Según los antropólogos, nuestros antepasados establecieron una fuerte relación positiva con el olor de la lluvia.

En otros tiempos indicaba el fin de la estación seca, lo que aumentaba las posibilidades de supervivencia. La llegada de la lluvia marcaba el despertar de la naturaleza y, actualmente, es ese olor el que nos conecta con una fuerte sensación de aun estar vivos.

¿Qué es Patáforas y por qué nos hace pensar hasta en seis cosas imposibles antes del desayuno?

Al mirar detenidamente algo, pronto aparece su rareza. Con sólo observar cada cosa puede llegar a ser excepcional.Y la contemplación de la rareza profunda que cotidianamente organiza al mundo me alucina.

Así llego a la noción de la ‘Patafísica (ciencia paródica sobre lo absurdo) como herramienta y a la creación de Patáforas (la metáfora de la metáfora según la literatura patafísica) como madriguera por donde aquellos conejos que se atrevan, podrán acceder a un otro mundo. En palabras de Julio Cortázar: “La ‘Patafísica pretende encontrar la línea de fuga”; por dónde hay posibilidades de atravesar y buscar el otro lado de las cosas.

‍¿Es mejor un reloj parado o uno que atrasa un minuto al día?

Como gestora cultural y guionista siempre me gustó explorar la causalidad universal de la palabra «ordinaria» durmiendo en el vientre de una bestia «extraordinaria» y Patáforas se construye sobre este misterio, todo -inclusive lo más pequeño y utilitario- adquiere carnadura fantástica después de admirarlo.
Patáforas propone una mirada en busca de la rareza que habita en lo cotidiano, a sabiendas de que lo fabuloso está ahí, listo para ser descubierto. Lo insólito, lo impensable, el realismo y sub-realismo mágico latinoamericano está en todas partes, si se entrena la nariz patafísica para encontrar lo extraordinario en lo ordinario.

Cocodrilología para un final

Bienvenidos y bienvenidas a la fantaciencia de la curiosidad, la imaginación, el absurdo, el grotesco, del cinismo y de la excepción. Ya verán cómo una vez descubierta la ´Patafísica, la patafisidad del Universo se vuelve evidente y el mundo explota.

(Los patafísicos dicen que los trenes  deberían ser  blancos para que no se vean los pañuelos blancos de quienes dicen adiós desde las ventanas y ahorrarle así la pena a los que quedan. La idea me alucina, pues entonces montada en mi tren blanco les digo adiós. Los espero en @pataforas).

Texto: Mime Mascaró