Desde hace 14 años la Academia Belgrano -primero en una casona antigua y familiar de barrio Candioti y, ahora, en un amplio y remozado inmueble sobre peatonal San Martín Norte-,ofrece a sus estudiantes la posibilidad de reforzar conocimientos académicos, para capitalizarlos en un futuro elegido, acompañándolos con contención emocional y asesoramiento integral para la vida. Mario Villar Toricelli, su director y gestor educativo, afirma que es necesario sacar “el estigma” de deber elegir correctamente la carrera a seguir luego de la secundaria, la elección tiene que surgir de una búsqueda disciplinada por parte de los jóvenes y ser acompañada de padres y entorno emocional cercano para, juntos, descubrir potencialidades y fortalezas.

 

TS —¿Cómo nace la academia?

 

MVT —La academia nació en el 2002, luego de la crisis del 2001, cuando recién llegaba a Santa Fe. Al empezar a conocerla ciudad, me interesé en ver un poco qué y cómo eran los institutos que preparaban jóvenes para la universidad ya que, en Perú, trabajé en un centro pre-universitario durante cuatro años y, además, trabajaba en la universidad en la que me formé en química. Entonces, vi la posibilidad de comenzar una academia que cubra esa demanda para la que estaba capacitado y empecé a formar chicos en química para el ingreso a matemática y me fui haciendo un poco conocido. Luego, comencé a prepararlos para el ingreso a la UNL.

TS —¿Cuáles son las concepciones de enseñanza-aprendizaje que se ponen en juego en la Academia?

MVT—Cuando se dio la oportunidad de llegar al local de Belgrano, ahí pude empezar a desarrollar las ideas y, a medida que fueron pasando los años, fui perfeccionándolas; diseñando un sistema que me permita no solo preparar alumnos para el ingreso y/o apoyar a chicos que están en los primeros años de la universidad, sino enfocar el proceso de cómo hacer para que no tengan dificultades y no haya una deserción académica una vez logrado el ingreso a la facultad. El alumno, generalmente, viene centrado mucho en los contenidos y lo que le está faltando es una contención emocional, que le permita generar un cambio entre el sistema escolar secundario y el universitario.

TS —¿Considerás que el vínculo emocional con el estudiante es necesario para que se lleve adelante el hecho educativo?

MVT —Contamos con un oferta educativa que se basa en eso que muchos le dicen valor agregado pero, en realidad, nosotros nunca lo consideramos así, sino como algo fundamental y constitutivo de la filosofía de la Academia. Hacer sentir como en su casa a los estudiantes, generar un vínculo de respeto y de confianza cuando vienen a charlar de sus problemas y contenerlos psicológica o afectivamente, enseñarles técnicas de estudio, darles la experiencia de los profesores en la facultad y motivarlos constantemente es lo que muchas veces el estudiante necesita, para generar esa confianza en sí mismos y poder seguir sus estudios.

TS—¿A qué adjudicarías el éxito de “Premedicina” y las razones por las cuáles los eligen, estudiantes y familias, a la hora de poder acceder a una carrera que tiene un ingreso que plantea sus dificultades?

MVT —En realidad la idea de preparar medicina siempre me gustó, en Perú, cuando trabajé en la universidad donde me formé—la Universidad Peruana Cayetano Heredia—, fui

profesor del primer año de Química de la Facultad de Medicina. Después, trabajé tres años en la Escuela de Tecnología Médica, preparando chicos que estaban en primer año de la Facultad de Odontología. Me gustaba eso, trabajé en cuarto año de la Facultad de Farmacia, enseñándoles métodos analíticos para determinar principios activos en medicamentos, entonces, toda la parte química que dicté desde que empecé a trabajar siempre fue orientada a la salud. De manera que, cuando me enteré de que había ingreso a Medicina en Santa Fe y en Rosario, me apasioné, porque era lo que me gustaba más. En realidad, no quería preparar chicos de medicina exclusivamente, sino que tenía ese deseo y ese gusto de mostrar cómo la química es importante, y yo creo que el éxito en “Premedicina” ha sido, en parte, por eso y lo otro ha sido gracias al esfuerzo que hacen todos los otros profesores, que formamos un equipo interdisciplinario de 15 personas, preparando en todas las áreas, especialmente anatomía, biología, que son las que más les gustan a los chicos.

TS —Contame de la renovación del espacio, ahora en San Martín 3064 Planta Alta, ¿qué significa?

MVT—La idea de este cambio un poco radica en darles más comodidades a los estudiantes. Estoy convencido de que, el tener un espacio mucho más amplio, mucho más claro, más cómodo —en el sentido de poder contar con más herramientas tecnológicas—, permite la iniciativa de hacer las cosas bien pero no es garantía de lo otro, que es el esfuerzo, el hacerse el hábito de estudio, el generar estrategias que a veces no tienen y tiene que generarlas. Básicamente, yo creo que el cambio de local nos va a permitir estar más cerca de los estudiantes y de la comunidad universitaria.

Una institución educativa tiene que renovarse, en todo sentido, desde la capacitación de docentes, desde la atención a los estudiantes y a los mismos profesores, al generar nuevos espacios que te permitan desenvolverte de una manera distinta.

 

Texto: Ezequiel Perelló

Fotos: Pablo Aguirre