IMG-20150807-WA0047

Con el orgullo y la felicidad de haber conseguido la medalla dorada en los Panamericanos de Toronto con la Selección Argentina de vóley, Luciano De Cecco disfrutó de unos días de relax en su Santa Fe natal, rodeado del cariño de su familia y amigos, con el firme objetivo de recargar e919432_10202098238124796_2129762582_onergías para afrontar los enormes desafíos que vienen, uno de ellos, clasificar a los Juegos Olímpicos de Río 2016. Con 27 años y actualmente viviendo en Italia, aseguró que todavía se imagina muchos años más adentro de una cancha y que sueña con ver algún día a Santa Fe en la elite del vóley argentino. “El esfuerzo siempre paga, siempre”, asegura como frase de cabecera.

 

Luciano De Cecco aprovechó y exprimió al máximo sus mini vacaciones en Santa Fe. Con la tremenda felicidad y éxtasis de colgarse la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Toronto, recibiendo además el premio al mejor jugador del torneo en su posición, y escribiendo una de las páginas más importantes de la historia del vóley argentino, el santafesino nos abrió las puertas de su hogar para contarnos lo que significó tamaño logro para el deporte nacional.

En una tranquila y apacible siesta de barrio Candioti Norte, a Luciano, alias “Cachete”, no se le borró la sonrisa de su rostro ni un segundo pensando y hablando de la satisfacción del título panamericano conseguido, disfrutándolo con el cariño de sus padres, Ricardo y Graciela, y con la compañía de su hermana menor, Giuliana. “Que te puedo decir, todavía no caigo. Este oro es una experiencia única que a un deportista lo marca a fuego para siempre”, comenzó expresando Luciano, sentado en el patio de su casa, frotando con una mano la medalla dorada panamericana colgada de su pecho inflado de gloria, y con la otra, acariciando un ratito a cada uno de sus perros, Ambar y Milos.
“La vida me dio la fortuna de vivir un Juego Olímpico y un Panamericano. Son cosas que no se dan todos los días y que se disfrutan de una manera muy especial, como las comidas, las caminatas y charlas en la Villa deportiva con gigantes del deporte”, contó Cachete y continuó agregando: “En la convivencia de los juegos se acompaña a las demás Selecciones en sus competencias y también te podes dar un gustito e ir a ver deportes que no son muy vistos o conocidos. La mixtura entre humildad y profesionalismo de los deportistas, hacen de las Villas panaIMG-20150807-WA0048mericanas u olímpicas, lugares únicos e irrepetibles en el mundo”.

Luciano confesó que con sus compañeros no llegaron a los Panamericanos a buscar la medalla dorada como objetivo principal, sino que la idea fue siempre realizar un buen torneo de cara al clasificatorio para los Juegos Olímpicos de Río 2016, que se disputará el mes septiembre en Japón. Pero el destino les tenía preparada una sorpresa inolvidable, seguramente como premio al esfuerzo y sacrificio, y porque no, como un guiño de ojo de cara a lo que vendrá. “Colgarnos la medalla de oro, subir al podio y escuchar el himno nacional, fue increíble, súper emocionante, casi irreal. Jugamos en un altísimo nivel y siempre fuimos de mayor a menor”, sostuvo el santafesino de 27 años, pero alertó, a modo de aclaración: “Hay algo clave en la obtención de este oro. Creo que la medalla va a quedar con poco valor si no logramos clasificarnos a los Juegos Olímpicos”.

La historia de un todo terreno

Si hablamos de básquet, el sería un base muy picante; en fútbol, llevaría la 10 en la espalda como Messi. Pero lo suyo es el vóley, juega en la posición de armador y está considerado como uno de los cinco mejores del mundo en su puesto. ¿Y por qué esta comparación con otras disciplinas deportivas? Sencillo de responder: porque hasta los 15 años jugó a todos los deportes que el tiempo le permitía en su querido club Gimnasia y Esgrima de calle 4 de Enero. Cachete contó que comenzó a jugar a los 4 años al básquet en el club Rivadavia. “En ese tiempo vivíamos en una casa en la esquina de las calles Vera y Saavedra. Hice el pre escolar en el Ipei y fui a la escuela Beleno. A los 5 años mis papás me hicieron socio de Gimnasia y Esgrima y hasta los 15 años fui abonado al club y a todos los deportes; fútbol, tenis, natación, básquet y vóley”, recordó Luciano y confesó: “Siempre me gustó mucho la competencia deportiva y jugaba a todo. No me gusta perder ni a las bolitas”.

Su padre, Ricardo De Cecco, fue un reconocido jugador de básquet y actualmente dirige en distintos clubes del país. “Quizás la herencia de mi papá influyó inconscientemente en mí a la hora de jugar al básquet, pero la verdad es que yo no tenía en casa presiones de ningún tipo. Siempre me divertí adentro de una cancha, desde que tengo memoria”, contó el voleibolista.

De la naranja a la multicolorDSC_0073

En el año 2003, con tan sólo 15 años, Luciano fue reclutado por Ben Hur de Rafaela como una destacada promesa del básquet. Pero su experiencia no fue del todo buena y al poco tiempo se volvió a Santa Fe con su familia.

Siempre dentro del club Gimnasia y Esgrima, el vóley fue empezando a ganar terreno en su vida deportiva cotidiana y lo comenzó a practicar a la par del básquet.

A mediados de 2004, el club Bolívar Vóley de Buenos Aires, quien tenía a Marcelo Tinelli como presidente por ese entonces, realizó una prueba de jugadores masiva en todas las provincias del país, una prueba de captación de talentos. “Me acuerdo que entrenamos dos días a full, muy intensos. A los dos meses de no tener noticias de la prueba, me llamaron confirmándome que había quedado dentro de los 16 jugadores seleccionados de Argentina. Fue así que en marzo de 2005 me armé de coraje y partí a Buenos Aires dejando Santa Fe atrás”, relató Cachete.

Allí fue donde comenzó Luciano De Cecco a escribir las primeras páginas de su triunfal trayectoria como jugador de vóley. Su gran progresión profesional fue en 2006, cuando con Bolívar salió campeón invicto de la Liga Nacional y campeón también del Sudamericano. Ese año, debido a su gran nivel, comenzó a jugar en la Selección Argentina. En el año 2007, integró la Selección juvenil Argentina que salió quinta en el Campeonato Mundial Juvenil (Sub-21) de Marruecos. Ese mismo año, dio el gran salto de su carrera, cuando el Gabeca Pallavolo de Italia, dirigido por Julio Velasco,  adquirió su pase como una inversión a futuro. Finalmente, terminó ese 2007 volviendo al país para sumar minutos y experiencia en Belgrano de Córdoba. En la temporada 2008 desembarcó en el club italiano Andreoli Latina, equipo con el cual logró el ascenso. En 2009 se fue a jugar a Rusia, al Dinamo Jantar y en 2010 volvió a Bolívar donde ganó el Sudamericano y consiguió jugar el Mundial de Clubes. En 2011 volvió a Italia, a Monza. En 2012 participó de los Juegos Olímpicos de Londres con la Selección Argentina y luego siguió su carrera profesional en Piacenza, donde jugó dos años. Actualmente se encuentra en el Perugia italiano.

Un trotamundos, un ejemplo para “contagiar”

El año calendario de Luciano De Cecco es agitado: pasa ocho meses con su equipo en Italia y los cuatro restantes viajando con la Selección Argentina. Cuando tiene unos días de descanso, no duda en volver a Santa Fe para disfrutar de su familia y parar la pelota para pensar. “No cambiaría mi vida por nada. Uno siempre busca lo que quiere. Ob1902753_10202922093240659_2093310437_nviamente en el medio nos podemos quejar de la vida que llevamos, de la falta de tiempos, de los viajes permanentes, pero cuando frenas un poquito y analizas todo lo conseguido, caes en la cuenta de que diste los pasos correctos”, reflexionó Luciano.

“Siempre que con la Selección conseguimos un logro, como el oro en los Panamericanos, esperamos que el impulso del objetivo alcanzado sirva para ayudar al crecimiento del deporte en su conjunto. Considero que en Santa Fe, puntualmente, se pueden hacer muchísimas cosas más por el vóley y la verdad que no se hacen. Uno como jugador puede ayudar y contribuir, compartir conocimientos y enseñanzas, pero tiene que haber decisión por parte de los que llevan adelante los destinos del vóley local”, subrayó.

Con sus 27 años, Luciano aprendió mucho del vóley, maduró como persona y considera de vital importancia ayudar con su experiencia al deporte santafesino. Por eso, hay algo que tiene muy claro: “Santa Fe necesita nutrirse de ejemplos locales, de héroes deportivos que apostaron y lucharon por un sueño hasta conseguirlo. Esos ejemplos hay que utilizarlos y explotarlos al máximo para producir un efecto contagio en los chicos que practican deporte y en los grandes que llevan adelante las estructuras. Soy un convencido de que el esfuerzo siempre paga y no hay que contentarse con menos”.

 

CRÉDITO: Matías De Philippis

FOTOS: Gentileza Luciano De Cecco