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Llama teatro al cine, a los juegos. No hay un referente sino admiración a sus pares. No se refiere a su trabajo sino en la comunión con otros creando. No sube a escena para movilizar a otros, sino también para integrarlos. Es actor porque otros lo anticiparon y él asumió esos lugares. Hace teatro cuando no hace cine, y viceversa. La charla es a cielo abierto, con mate de por medio y el pucho en su mano (sin prender). Se enamora de los personajes que encarna y las historias que cuenta. Extraña las que terminan. Para Lautaro, actuar es “una mezcla de martirio y deseo, una forma de aferrarse a la vida”.

 

Con una carrera creativa de aprendizaje constante, lo primero que hizo Lautaro actuando fue un protagónico en el corto “Punto de fuga” de Pablo Martínez, en una vieja casa rosarina. “Desde ahí no me separé más del cine”, dice. “En el corto, rompí un espejo con la cabeza, fue una declaración de principios, que estallen ciertas miradas que teníamos de nosotros mismos, tratar de atravesar esa imagen”.

Pero este no fue el origen sino la continuidad de los pasos ya dados en la adolescencia, en un grupo de teatro de la escuela Comercial Domingo Silva: “aprendimos el valor de lo teatral como intervención de lo que está pasando, de los malestares que teníamos como adolescentes”. En aquellos años la catarsis también se dio en sus primeros pasos en la escritura.

lr_01_resultTatengue un poco por influencia espacial (nació cerca del club Unión), recuerda su infancia actuando: “en los juegos con amigos, siempre me encargaban cuestiones ligados a lo teatral. Con mis amigos jugábamos a las películas. Usé siempre los espacios más informales para desasnar la actuación más libremente. Los recreos para mí, son un espacio de formación teatral”. No reconoce antecedentes de oficios artísticos en la familia, aunque sí una extensión de su oficio hacia los demás. “Es contagiosa la locura de la familia, hablar fuerte, el sentido del humor de mi papá, la velocidad en la interacción de mi vieja. No son actores o dramaturgos, pero eso para mí es teatralidad” afirma.

Pasó por la dramaturgia en “Ricardo, una farsa”: “me di el gusto de escribirla y después disfrutarla”. Prefiere la escritura nocturna y hoy, con menos tiempo de dedicación, sus letras están ligadas a proyectos “por encargue”, ensayos y la pasión de la investigación. “Mi escritura es muy teatral, me imagino las voces, es corporal. Tiene que ver con lo musical y el cuerpo”.

Desde chico mira cine nacional, gusto en el que casi nadie lo acompañó: “Soñaba con que eso tenga algo que ver conmigo”. Tiene “todas las cábalas” y las inventa también. Para él, actuar es compartir, sus ideas son de todos, su camino es con otros. “Tengo una escuela activa y trato de invitar a la gente que me conmueve, con buena energía. Soy parte de un clan bastante abierto, una comunidad”. En este círculo que se rearma, alimenta y crea, Lautaro tiene en sus pares a sus maestros. “Hay personas muy reconocidas, pero son tan maestros como otros que tienen la misma edad que yo, o menos incluso”.

Antes de entrar en escena pasa por nervios e inseguridades. “Como no tengo una formación académica clásica, no tengo un sistema de laburo, y cada criatura me va transformando y dando algo”. Este año actuó en la vuelta de “Ensayo de rigor” (la cual también escribió junto a Abbate y Javier Bonatti) y en la comedia “Rotos de amor: “Fuimos transitando la historia, es una obra que dice mucho y nuestros cuerpos tienen que acomodarse a ese pulso. En ‘Ensayo’ el personaje es más cuerpo”. Compara la actuación a lo vivido por los médium y la prostitución: “Si es cierto que se dejan habitar y ceden su cuerpo, tiene un poco de eso y también con poner el cuerpo”.

Para elegir proyectos, admite tener el sí fácil, pero tiene condiciones: “Necesito que la gente que esté alrededor me sostenga, que juguemos, porque es muy frágil lo que está puesto en juego. Cuando tengo eso asegurado, trato, desde mi fragilidad, de entregarme completamente”.

Lautaro tiene su concepción de público como un solidario encuentro de intercambio y participación. “Más que en términos de deseo, el aplauso es una necesidad. En algunos casos es emocionante, sobre todo el aplauso final, sublime. Es parte del hecho artístico. Justifica muchos momentos de los procesos que no son lindos ni ideales. Al trabajo dramático hay que dedicarle tiempo, esfuerzo, hay mucha incertidumbre, angustia, y ese aplauso te hace creer por un rato de que por lo menos eso estuvo digno. Muchos de los proyectos que hacemos borraron el límite con el público, se convierte en parte.”

lr_05_resultLauti es de esos actores que van más allá de un guión y una escena. Uno de los más curiosos creadores de diversos géneros e ideas. Su ocupación y obsesión más reciente es “Hugo & Los Gemelos”. Once integrantes fijos en un cóctel de transgresiones escénicas, música, personajes e historias irrepetibles que hoy es uno de los espectáculos más convocantes de la ciudad. “Para mí tiene que ver con lo cinematográfico, con comerse la película. Y la gente tiene que estar metida dentro de la cámara, por eso tiene algo de ritual pagano”.  Asegura que en ‘Hugo’ lo musical marca la impronta, incluso en las formas de actuar y escribir (dos roles que asume en este proyecto). “Para mí la poesía es musical, hay personajes que son musicales, necesito aprender la letra con otros, ver cómo van sonando sus cuerpos. El ritmo en teatro, en música, en literatura, es importantísimo”. ‘Hugo’ es también el vuelo propio del personaje El Abuelo, nacido en “Póker de Sotas” (donde compuso más de doscientos personajes). ”Póker es un lugar ligado a lo teatral, de pertenencia, mi club”, dice del programa que está en su quinta temporada. Es también el enlace de músicos que fueron parte del corto “Hola” donde Lauti es protagonista. La originalidad de sus obras trasciende ámbitos y supera expectativas.

Protagonizó videos de bandas de rock como Salta La Rana y Woareber, dirigió los videos “Vitivinicircus” de Hugo & Los Gemelos y “Tirando la toalla” del trovador Pablo Fernández, entre otros. En 2015 estrenó el telefilm “Secretos del mar dulce”, donde no solo fue protagonista y guionista sino también director junto a Iván Oleksak. Logró las mejores críticas y reconocimientos.

TSF: -¿Qué te sigue motivando?

LR: Me amargaría mucho si no actúo o escribo. Nunca estoy sin hacer algo que tenga que ver con los sentidos, con volver a representar las situaciones de la vida. Es una manera de vivir, una forma de aferrarse a la vida y al sentido.

 

Fotos: Pablo Aguirre