CU: Casi 25 años en la conducción de ATE Santa Fe, ¿me equivoco? Y volvió a ganar para el próximo período en las elecciones recientes. ¿Qué consideraciones le merece este nuevo triunfo?
JH: En realidad son 45 años de militancia. Irrumpí en ella al calor de hechos históricos con los que era imposible ser indiferente tales como el Cordobazo, el Rosariazo, el “Manzanazo” de Santa Fe, en una heroica huelga que conmovió a la ciudad. Con las imágenes de Ongaro, Tosco, Atilio López y un movimiento estudiantil que tenía como consigna central “obreros y estudiantes unidos adelante”. Desde allí a esta parte han pasado muchas luchas, muchos gobiernos y muchas personas, derrotas, sinsabores y también momentos muy felices y de satisfacción. Este nuevo apoyo no hace más que renovar un compromiso diario de trabajar para una mejor calidad de vida para mis representados y la comunidad en general.
CU: ¿A qué cree que responde este vínculo positivo con el afiliado cuya fidelidad se mantiene durante tantos años?
JH: El triunfo con el apoyo de casi el 80% de los votos significa que quienes conducimos ATE no solo podemos exhibir una gestión que dio muestras de logros en el terrenos gremial, cultural y social, sino que somos una conducción que respeta e integra la diversidad. Precisamente por eso nos han votado tantos trabajadores. Sería un grave error creer que todos ellos piensan como nosotros.
CU: Sinceramente, ¿cree que tantos años sin recambio en la conducción es positivo para un sindicato o para cualquier otra institución?
JH: Los conservadores, la derecha, defienden la idea de que la sociedad debe ser gobernada por el mercado, es decir por las fuerzas económicas. Para ello hay que impedir que existan instituciones fuertes en la sociedad civil con capacidad de oponerse a esas reglas. Lejos de comparar, recordemos que los “falsos republicanos” se oponían (se oponen aún) fervorosamente a la continuidad de Cristina porque pudo consolidar un liderazgo muy fuerte –voto popular mediante- para expresar políticas que cierran puertas a que el país sea gobernado por el “mercado”, es decir el poder económico. En síntesis, hay una mirada que tiende a debilitar a las organizaciones de la sociedad civil y a que no se consoliden liderazgos. En mi caso no considero que haya un liderazgo personal, hay un liderazgo de un colectivo de militantes de todos los órdenes que, en todo caso, otros compañeros y yo logramos expresar. El otro aspecto está en la democracia, en el respeto a la voluntad de los ciudadanos, en este caso de los trabajadores. Son ellos los que deciden la continuidad o no de una línea de pensamiento. Y claro está que si hay continuidad debe darse en el marco de una gestión transparente, desvinculada de todo clientelismo y dando absolutas garantías de participación.
CU: Además del recordado Germán Abdala, ¿quiénes fueron sus mentores cuando se inició en la actividad sindical, específicamente en ATE? ¿Qué significó en su formación la figura, hoy entrañable para Santa Fe toda, de Raúl Sufritti, también un maestro de la vida…? Y no puedo dejar de preguntarle si hubo alguna influencia ejemplar de la perdida compañera Marta Rodríguez.
JH: Todos saben que no soy alfonsinista, pero recuerdo que él decía “Es preferible un mal sindicato a que no haya sindicato”. En cuanto a Marta Rodríguez, ella debe estar en el sitio de “las heroínas”. Entendía la construcción política y gremial de modo que jamás una decisión o acción dejara traslucir o siquiera asomar una mínima especulación personal. Bien parada, era capaz de plantear las diferencias con fuerza pero al mismo tiempo absolutamente leal, nunca se le ocurriría gesto alguno que pudiera llevar a la fractura. Y no hay dudas de que con Sufritti aprendimos lo que es el compromiso y, como le gustaba decir, el “testimonio” de vida. También aprendimos mucho de los que pensaban distinto. Y está bueno aprender lo bueno y cotejar las diferencias. De Germán, ni hablar… impensable que un dirigente de un poco más de 30 años haya tenido la visión estratégica que tenía él, además de su carisma, de su bondad. Hubiese sido un líder que hubiese transcendido al movimiento obrero.
CU: Desde sus comienzos hasta hoy, se advierte en ATE una transformación cuyas características sería interesante que las describa usted. Al mismo tiempo, ¿creció considerablemente el padrón de afiliados en estos años?
JH: Perón, en “Conducción política”, sostenía que lo que deben mantenerse inalterables son los principios. También Néstor Kirchner habló de las convicciones. En ese sentido siempre tuvimos presente los “principios del sindicalismo” que, en primer lugar, es el ámbito de la defensa irrestricta de los derechos de los trabajadores, pero también vivimos en familia, en sociedad. Tenemos derechos que van más allá de la acción gremial. Derecho a la cultura, a la recreación, a la salud. El sindicato debe también contemplar la realización de esos derechos. Por eso el Auditorio y ATE Casa España son ámbitos de promoción de la cultura, y además distribuimos gratuitamente Bienes Culturales –“bolsones de cultura para los trabajadores”, nos dijo una vez León Gieco- con obras de literatura, cine y música. Y desde el principio brindamos formación para el trabajo y para la vida, tenemos el servicio de salud a domicilio de los afiliados gratuitamente, además de los espacios de recreación y descanso en nuestro Predio y el Hotel Colonia de vacaciones. Estoy convencido de que lo mismo hubiesen hecho los fundadores del sindicalismo, que luchaban por la biblioteca, el mimeógrafo, los “pic nic”, los mitines… veo mucha semejanza. Además, creemos que solos somos menos fuertes, que debemos unir lo diverso y transcender los espacios sindicales. Por eso nuestra alianza con la UNL en temas de capacitación, el predio y otras muchas actividades, con la Sociedad Española, y con tantas organizaciones sindicales. Sin ello no p
odríamos haber desarrollado nuestra estructura. Desde que éramos una agrupación sindical a principios de los años 80, participamos en los organismos de DDHH, tomamos posición frente a las políticas que avasallan derechos del mismo modo de aquellas que significan avances. Todo con la idea de ser parte de una gran fuerza social para transformar la Argentina junto al resto de Latinoamérica. Respecto de los afiliados y afiliadas, agrego dos datos: en el padrón de las elecciones de 2011 éramos 15.000, en el de 2015 un poco más de 25.000. Es decir que en cuatro años crecimos más del 60%.
CU: En un comienzo, este era el sindicato de trabajadores del Estado más pequeño, considerado casi como una alternativa a la línea de UPCN. ¿Hoy, esa diferencia se mantiene?
JH: La política no solo es discusión y consenso (como lo predican los liberales mientras gobierna el mercado) sino también correlación de fuerzas. En ese sentido no es la misma correlación de fuerzas de hace 7 u 8 años que ahora. Nuestra representación, sin dudas, ha crecido enormemente. Más allá de ello y pese a las diferencias fuimos logrando llegar a consensos que nos permitieron recorrer juntos un camino en paritaria y el resultado fue fortalecer a los trabajadores públicos. Nos costó bastante con Alberto Maguid convencer a nuestros respectivos militantes de que ese era el camino correcto para lograr más fortaleza de los trabajadores… y así fue. De todos modos, ambas estructuras, sin dudas, son absolutamente independientes. Claro que muchas veces pienso que con muchos dirigentes y delegados de UPCN son mas las cosas que nos unen de las que nos diferencian.
CU: Más allá de la actividad específicamente sindical, ATE ha desarrollado otros emprendimientos relacionados con el mayor acceso al consumo del trabajador público y también a nuevos espacios recreativos y culturales, como relató. Aunque sumamente encomiable, ¿puede ese tamaño esfuerzo desatender en parte las reivindicaciones primarias de los trabajadores como, por ejemplo, el salario y la estabilidad laboral?
JH: En absoluto. Pensarlo así significaría reducir al sindicalismo y a los trabajadores solo al derecho, en el mejor de los casos, de bregar por mejorar las condiciones de trabajo olvidándose que debemos, además, mejorar las condiciones de vida y ser parte del movimiento social y político.
CU: ¿Cómo evaluaría su relación con el gobierno provincial? ¿Cree que las conquistas son equitativas para todos los sectores? Ejemplo: cumplimiento con los suplementos de paritarias.
JH: La relación podría ser mejor aunque no es mala. Cuando el actual gobernador estaba al frente de la negociación paritaria era, sin dudas, mejor. En cuanto al criterio equitativo, una enfermera que trabaja 8 horas, que además hace trabajo rotativo merece, sin dudas, un reconocimiento especial. Cito esto como un ejemplo. Sin perjuicio de ello debemos reconocer que hay muchas inequidades en materia de adicionales. Nuestro objetivo en el tiempo es lograr hacer efectivo el principio de igual remuneración por igual tarea.
CU: La próxima será para mí una pregunta difícil teniendo en cuenta la complejidad en la historia del movimiento sindical argentino, pero no puedo dejar de formularla. Su declarada adhesión al gobierno nacional, ¿beneficia específicamente la misión sindical?
JH: Pregunto si puede haber un dirigente sindical que no esté de acuerdo con el Salario Universal, la inclusión jubilatoria, con las más de 50 leyes laborales que significaron avances para los peones rurales, las trabajadoras de casas particulares, los convenios colectivos de trabajo, la política de desendeudamiento que libera a nuestros hijos, la política internacional junto a los pueblos latinoamericanos, la política de derechos humanos, el rol del Estado en defensa del consumo popular y de ponerle límites a las corporaciones, los avances en derechos civiles… Jauretche, un sabio, decía que el imperio, las oligarquías quieren convencer a los pueblos de que jamás triunfan porque los pueblos tristes no luchan y por tanto hay que ocultar cada victoria. Por eso nos quieren hacer creer que no avanzamos, que no merecemos disfrutar de los avances en materia de derechos. Lo lamentable es que hay dirigentes que han sido “colonizados” con esta idea y terminan siendo funcionales a la derecha. Triste. Apoyar todas estas medidas y muchas más no significa no reconocer que falta muchísimo. Tampoco significa ser oficialista. No queremos ser ni oficialistas ni opositores, pero mucho menos “neutrales”. Ser neutral es ser funcional a la derecha que para nada gusta de todas las medidas que enumeré.
CU: Finalmente, en la tarea emprendida ¿de qué está orgulloso y qué siente todavía en la columna del debe?
JH: Personalmente siento orgullo de una militancia de 45 años manteniendo siempre los principios. Que como parte de mis convicciones políticas entiendo que la democracia es el gobierno de las mayorías y a la par el irrestricto respeto al pluralismo. Toda la estructura de ATE está al servicio de la democracia cualquiera sea el espacio, movimiento o partido político. Sentimos orgullo de que nuestro auditorio, nuestro teatro sea un ámbito de encuentro de todas las fuerzas políticas democráticas de la región, de erigirnos como un sindicato abierto a la comunidad, quizás como pocos o ninguno. Del mismo modo también nos sentimos orgullosos por el gremio que construimos y estamos construyendo.
Sobre las cuestiones pendientes, hay muchas. Seguir recuperando el poder adquisitivo (las grandes empresas siguen teniendo ganancias exorbitantes), mejorar el sistema de salud de los trabajadores/as y la comunidad, lograr mejores condiciones para que el trabajo sea un ámbito agradable, amable, de convivencia pacífica y saludable… Y sobre todo queda un largo camino para lograr una sociedad más igualitaria, más justa y más democrática.
CU: Gracias por su tiempo y las esmeradas respuestas. Estimo que esta entrevista disparará un sano debate en el lector.
Crédito: Carmen Úbeda.