En su 20° aniversario, que celebrará este mes en La Rural, la feria de fotografía más influyente de América Latina rendirá homenaje a Jaime Bolotinsky; lo curará Francisco Medail, editor de un libro sobre su obra
“Además de su labor en Foto Nobel, el estudio que dirigió por décadas frente a Plaza Italia, Bolotinsky desarrolló una producción fotográfica personal inusitada para su época. Se trata de una galería de retratos realizada a partir de elementos cotidianos. Un conjunto de personajes configurados por su bagaje cultural, la capacidad de imaginación y un exquisito manejo lumínico”, señala Medail en la presentación de estas curiosas imágenes, que “reconstruyen un nuevo eslabón en la historia de la fotografía argentina”.
Fotoplástica, esa serie que tuvo una extensa repercusión en los medios gráficos de la época y que lo hizo conocido en el ámbito artístico de los años 30, abarca paisajes y retratos de personajes ficcionales realizados con sombreros, anteojos y telas. El que se titula Unamuno, por ejemplo, está compuesto por un exprimidor, una rodaja de fruta y un tenedor.
Es por esto que Medail y Juan Cruz Pedroni, coautores del texto principal del libro, vinculan su trabajo con el de artistas como Giuseppe Arcimboldo, el grupo Mondongo, el ilustrador Pablo Bernasconi y el fotógrafo brasileño Vik Muniz. Según ellos, Bolotinsky comparte con el surrealismo la “estrategia del extrañamiento”, al producir con sus retratos “una percepción extrañada, desfamiliarizada, que deshabitúa a la percepción alienada de los objetos cotidianos”.
En el libro publicado por el Instituto de Estudios Artísticos con apoyo de Mecenazgo, que estará disponible en el stand de Ediciones Larivière en la feria, Medail cuenta cómo fue el encuentro con Berta y Bernardo, los hijos de Bolotinsky. Ambos rondan los noventa años y sonríen cada vez que evocan su figura, mientras le convidan comida ucraniana. “Lo primero que recuerdan es el estudio de fotografía –relata-. Foto Nobel estaba ubicado en avenida Santa Fe 4024, entre Gurruchaga y Serrano. Donde hoy hay un edificio y una farmacia, hace cien años había una casa antigua dividida en dos partes; adelante funcionaba el estudio y atrás vivía la familia Bolotinsky”.
En las épocas de comunión, lo domingos de los clientes hacían fila para sacarles fotos a sus hijos. Mientras Bernardo se encargaba de realizar las impresiones de muestras y de activar los flashes de magnesio al grito de ¡Atención, por favor!”, Berta colaboraba con la coloración de fotografías, dirigía a los retratados y acomodaba la iluminación. Su madre atendía al público y realizaba el trabajo doméstico; era la primera en levantarse y la última en acostarse.
Jaime, en tanto, tenía una personalidad “compleja”. “No hablaba con el público ni atendía el teléfono, tenía poca paciencia –coinciden sus hijos-. Su trabajo se abocaba al manejo de la cámara y el posterior revelado. Podía pasar noches enteras en el laboratorio entre químicos y baterías. Fuera del estudio, dedicaba su tiempo a compartir conversaciones con los artistas de Boedo o tomar vodka con sus compatriotas rusos”.
Entre los clientes más asiduos de este espacio que cerró en 1967 recuerdan a Mario Avelino Perón, hermano del entonces presidente y director del zoológico municipal. Y aseguran que “un día también asistieron para realizarse un retrato las hermanas Mirtha y Silvia Legrand. Todavía adolescentes, pero ya reconocidas por su trabajo actoral, ambas posaron juntas para la cámara”. Esa fotografía, como muchas otras, no llegó hasta nuestros días.
Para agendar:
Pinta BAphoto, del 24 al 27 de octubre en La Rural (Av. Sarmiento 2704). Entradas en laruralticket.com.ar/event/pinta-baphoto.
FUENTE: La Nación