Todos los años, el Centro Cultural Provincial Francisco “Paco” Urondo (Junín 2457), dependiente del Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia, aloja el Festiclown en Primavera, un evento internacional que se ha convertido en referente en la región. La edición 2018 se realiza del 18 al 22 de septiembre. Crónica de un festival que cada año llena de magia y buenos vuelos a la ciudad.

 

Las luces, las alfombras, las entradas. El enorme portal de vidrio, la marquesina. Los chicos entrando por primera vez a un teatro. Los payasos, la música, lo público. La Fanfarria Ambulante a toda espuma. Los clowns invadiendo camarines. Las reservas, la boletería marchando a toda máquina bajo el foquito encendido. Los aplausos. La emoción. La magia.

Si Festiclown es sinónimo de fiesta pero también de poesía, es porque desde hace seis años se pensó en un dispositivo que fuera soporte de los mejores espectáculos del mundo, pero que también alojara espacios de capacitación, intercambio de poéticas, miradas que se entrecrucen de norte a sur y de este a oeste.

Fue en ese orden que comenzó el tránsito de este loco tren de payasos, que llegan desde todo el mundo —en la edición 2018, por ejemplo, de Francia, España y Estados Unidos, pero también desde distintos rincones de Argentina—. Un tren capaz de ir hasta el cielo saltando nubes y luego atravesar el océano con la majestuosidad de un transatlántico.

En estos seis años, miles de artistas de todo el globo trajeron a Santa Fe su hacer. Así, con pasos pequeños pero firmes, el festival se ha ido consolidando como un espacio señero en la región, en cuanto a la calidad de su propuesta estética y el nivel de sus instancias de capacitación.

Porque el arte del clown es magia pero magia viva, magia con los pies en la tierra, magia atravesada por sujetos que sufren, que extrañan, que imaginan, que anhelan. Es magia vivida como hecho político, en el sentido de habilitar el juego, para que la alegría y los colores sean absoluta potestad de todos y de todas.

Con accesos gratuitos o populares, siempre coincidente con la llegada de la primavera a este hemisferio, el Festiclown propone suspender por un rato las ficciones del mundo adulto y sumergirse en las realidades del universo lúdico. Hacerle un corte de manga a la rutina. Reírse un poco. Más fuerte. Más. Un poco más. Sacar a relucir esa carcajada que se esconde obediente detrás del telón de la vergüenza. Hacer el ridículo. Mirarse al espejo y descubrirse en nuevos gestos. Aplaudir con lágrimas en los ojos. Agradecer.

Todo eso, en un puñado de palabras, es el Festiclown. Hay funciones para escuelas pero también hay escuela de teatro para adultos. Hay fiesta todas las noches en el Clownbaret, un cabaret de payasos que invita a encontrarse en el espacio del Hall. Hay fechas en los hospitales o en los hogares de niños, una experiencia que cambia la vida de quienes la transitan.

Cada año, la apertura en la calle redobla su apuesta de sorprender, alegrar y emocionar. Y el cierre, con el premio a los Espectadores de Oro y Plata, trae la promesa de que durante el resto de las estaciones, la magia del Festiclown permanecerá embalsamada, amorosamente preservada. Hasta que un payaso, la próxima primavera, apoye sus maletas en la vereda de calle Junín, se calce la nariz y mire hacia el cielo.

 

Texto: Natalia Pandolfo

Fotos: Gentileza producción

Nombre de sección: Festivales y celebraciones

Edición: N°65

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