Amarás esta casa brutalista moderna, inspirada por la ‘Villa Savoye’ de Le Corbusier
Una casa brutalista y cálida a la vez
El valle de Ella es conocido como ‘la Toscana israelí’. Allí, una familia de la zona ha decidido construir la casa de sus sueños: un refugio brutalista de 340 metros cuadrados que parece flotar sobre el verde paisaje de viñedos.
El trabajo de Henkin Shavit Studio encuentra su inspiración en la arquitectura moderna que abarca desde 1930 a 1960, así como en la corriente brutalista. Este estilo, cuyo nombre procede del francés béton brut, ‘hormigón crudo’, se popularizó gracias a Le Corbusier quien, con La Unité d’Habitation de Marsella (Francia), marcó sus bases en 1952.
Por ello, no es banal que haya sido este arquitecto otra de las grandes inspiraciones para el estudio. Concretamente, con su obra Villa Savoye, que el despacho marca como la principal fuente de inspiración de esta vivienda. “No hay duda de que, para nosotros, la casa es una máquina, en la que cada ventana es el resultado de una función interna”, explican desde Henkin Shavit Studio haciendo referencia al maestro suizo.
Las ventanas fueron, de hecho, uno de los ‘puntos calientes’ a la hora de llevar a cabo la construcción. “La cuestión de la ubicación de las tuberías y canalones fue un desafío, ya que no es posible colocarlos sin alterar las ventanas, que se extienden por todo el edificio. La solución fue insertar las tuberías en las columnas de la construcción de acero que quedan expuestas para formar parte de la estética de la casa”, explican desde el despacho.
Tampoco fue fácil gestionar la posición de esas mismas columnas, que debía ser muy exacta para crear esa sensación de ‘levitación’ que buscaban los arquitectos, lo que les llevó a no pocas discusiones con el equipo de construcción.
Hormigón, madera y acero
Esta villa, que llama tanto la atención en el valle que se producen verdaderas peregrinaciones de vecinos para acercarse a contemplarla, se caracteriza por la franqueza de sus materiales al desnudo. Así, como es común en el brutalismo, el hormigón permanece visto. “El tono natural del hormigón hizo posible que la luz esculpiera el edificio a lo largo del día, y fuera lo suficientemente neutro como para respetar los tonos verdosos del jardín que rodea la casa”, explican sus creadores.
Asimismo, una estructura de paneles de pino horizontal aporta un extra de calidez en las fachadas exteriores e interiores. En los dormitorios, la presencia de la madera pasa a convertirse en un forrado de roble que oculta armarios, escritorios y televisión.
El tercer material más destacado de la casa es el acero, empleado en su tono natural para la escalera flotante (inspirada por la creada por Richard Meier en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona), la puerta de entrada y el tabique tipo colmena. Este último, en realidad, es “una solución de ingeniería constructiva”, pues funciona como una columna de soporte más para el edificio. El acero, además, también está presente en la cocina.
Todo ello crea una atmósfera limpia, honesta, que permite que sean el paisaje circundante y la propia luz solar que va pintando los paramentos los grandes protagonistas de este refugio que recibe ahora a sus dueños: una pareja en la cincuentena y sus tres hijos veinteañeros.
A continuación, más fotos de la casa:
Fuente: Revista AD.
Por:
Marta Sader.