El cambio es la única constante, sobre todo cuando hablamos de quienes se mueven entre dos mundos: el de la cotidianidad y la introspección.

La dicotomía entre lo natural y lo artificial; entre ser y dejarse moldear; entre ponerse una máscara y continuar con la vida diaria o escucharse a una misma sin ningún límite. Ser persona, en definitiva, y, más concretamente, ser una de las mujeres pintadas por Antonia Grunefeld.

Esta diseñadora e ilustradora residente en Berlín encuentra en las mujeres su mayor fuente de inspiración. Es a ellas a quienes busca rendirles homenaje en cada una de sus obras, representándolas “majestuosas en la cotidianidad e inmersas en un mundo interior”, tal y como comparte la propia artista.

Perderse en las ilustraciones de Grunefeld es tan sencillo como dejarse llevar por el aparente movimiento continuo de sus protagonistas, de esas mujeres con una fluidez absoluta que se encuentran reflejadas en otras mujeres y terminan por diluirse y fundirse las unas con las otras.

Aunque también encontramos algunas obras estáticas, en las que la artista nos invita a admirar la aparente seriedad reflexiva de sus mujeres. Con gestos de hastío, se cubren parte de la cara con la mano y nos invitan a formar parte de sus pensamientos.

“Me gusta mostrar estos procesos introspectivos y el inconsciente a través de metamorfosis que van desde lo humano hacia lo orgánico/natural. Esta forma de repetición y transformación hacen que mi trabajo sea a la misma vez, una herramienta terapéutica que me ha ayudado a encontrar calma”.

Una calma que la artista moldea con sus propias manos, creando piezas de cerámica inquietantes y delicadas a partes iguales y que están a la venta previo encargo.

Os animamos a perderos en vuestros pensamientos y en los de las protagonistas de Antonia Grunefeld, porque estamos seguros de que os acompañarán de la mano en ese proceso que es la vida.

Fuente: De María Toro para Cultura Inquieta.