A poco de lanzar su video «Wasabi», habla de su identificación con el freestyle y con la lucha feminista. La joven santafesina organiza Invasión Rapper, una competencia autogestiva en la que conviven diferentes realidades personales.

Tan cálida como segura de sus objetivos, tan consciente del momento que le toca vivir como amante de la música, tan inserta en el freestyle como portavoz de la cultura del rap, Ana Milagros es una joven santafesina que proclama el respeto, la tolerancia y el amor. Posicionada en ese horizonte, se identifica con el arte hecho por mujeres y diversidades de género. Nació en 2000 y estudió en el CREI, donde aprendió a tocar el saxo y el piano. Con sus palabras muestra un convencimiento ligado al momento presente, a todo lo que supone estar en sintonía con el ahora. Afectuosa y sonriente, abre las puertas para compartir con TODA su vivencia, su filosofía de vida y un mensaje poderoso, que trasciende letras y melodías.

 

TS —¿Por qué elegiste el rap y no el trap?

AM —Elegí el rap por lo explícito de su mensaje. Porque fue la primera vez que sentí que podía decir lo que quería sin que nadie me dijese que estaba mal o que no fuese correcto. El origen del rap, del hip-hop, es la libre expresión. Es totalmente espontáneo. Es lo que se siente en el momento. En cambio, el trap nace de las pandillas, sexualiza mucho más a las mujeres, se habla de las drogas, de los barrios. Y esa no es mi realidad.

TS —¿Cómo afloran tus letras?

AM —Las letras surgen de sentimientos. Mi proceso es poner muchos instrumentales, hasta que mi mente pueda hacerlos fluir a todos de manera distinta. Así naturalizo verbalizar lo que siento musicalmente. Después viene la etapa del mensaje. Ahí, la búsqueda es más introspectiva. También va de la mano del día a día.

TS —¿Qué es Invasión Rapper?

AM —Es una competencia de freestyle autogestiva que se hace desde 2016 y se lleva a cabo en la plaza San Martín una vez por mes. Están los raperos, que compiten hasta llegar a un ganador, y los jurados. Con Invasión Rapper tratamos de mantener el hip-hop, que es un movimiento con tres valores principales: el respeto, la tolerancia y la unión. A la plaza se va a disfrutar y a que los chicos tengan un espacio no solo de contención, sino también de libertad.

Es real que son muchos varones. Actualmente, hay solo dos chicas compitiendo, de 110 competidores que se anotan. El público fijo no baja de las 200 personas.

TS —¿Cómo se hizo «Wasabi», tu video más reciente?

AM —Se hizo totalmente con personas de Santa Fe, desde el sonido hasta lo fílmico. El mensaje es que se puede generar un equipo de trabajo y una producción profesional con personas de la provincia. El wasabi es un condimento picante y la letra tiene mucho de eso. Había dentro de mí muchas cosas que me estaban picando. Me pica tener la necesidad compulsiva de decir lo que pienso, me pica el reconocimiento del arte femenino dentro de un campo netamente machista, me pica mi historia. Y entregar un mensaje de amor que, hoy en día, es importante porque no abunda mucho.

TS —¿Qué significa para vos el freestyle?

AM —El freestyle es una forma de vivir, un estilo de vida. Desde que lo conocés, te acompaña para siempre en todo (acentúa), desde que aprendés a improvisar, rimando, delante de un montón de personas. Se lleva a otros aspectos de la vida, como relacionarte con personas que viven otras realidades. Mi mensaje (insiste categórica) se relaciona con el amor, la libertad y el feminismo.

TS —¿De qué manera te atraviesan los feminismos junto al freestyle?

AM —El del rap es un mundo muy competitivo. Hay una gran batalla de egos constantemente. Y eso no ha sido distinto para las mujeres. Como no hay mujeres, cuando hay dos se enfrentan. Se tienen que ganar el puesto de la mejor mujer. Nos dimos cuenta que sufríamos eso y que los enfrentamientos eran generados por hombres. Entonces, tomamos la responsabilidad de que no suceda más. Al lugar no te lo tienen que dar los varones.

TS —¿Qué relación tenés con las redes sociales y las plataformas como YouTube y Spotify?

AM —Le debemos bastante a la globalización. Hoy tenemos un montón de herramientas para crecer. Aunque en el mundo del rap hay menos herramientas porque muchas personas somos autogestivas y no tenemos capacidad económica para abastecernos de esas herramientas. Así que empezamos a conocer amigos que graban con una compu y un micrófono, o que hacen un video con un celu. Las personas que hicieron el video de «Wasabi» me hablaron porque me vieron rapear en la sala La Moreno y me ofrecieron hacer un video.

TS —¿A qué edad empezaste a rapear?

AM —A los 14 años. Era mi primer año de secundaria. Empecé escribiendo canciones. Más cerca de 2018 me animé a competir. Toda la lucha feminista fue un impulso que me hizo sentir que podía, que no tenía que ser una espectadora. Así, empecé a organizar eventos, batallas y a ganarme el lugar. También a dar talleres. Hoy doy un taller solo para mujeres y disidencias en el que se aprende a rapear y se habla de los prejuicios y miedos que vivimos.

Sin violencias

A partir del año pasado, Invasión Rapper puso en práctica un protocolo denominado Plaza Segura que «busca garantizar una experiencia libre de violencias, sin tener que recibir acoso, discriminación ni homofobia». Las nuevas reglas de convivencia derivaron del malestar que suponía para «muchas chicas cruzarse con sus abusadores», entre otras cuestiones violentas. De ahora en más, el protocolo se aplica en todas las competencias de rap del Litoral y quien no lo respeta puede (y debe) abandonar la plaza.

 

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Instagram: anamilagrxs/

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Texto: María Luisa Lelli

Nombre de sección: Música

Edición: N° 92