Abel apertura nota

“Ir por la orilla para llegar al centro”

 

100_2798Todas las anécdotas y reflexiones, dichas por él son imágenes, el mundo de calas, las frutas en el mercado, los rodeos en el taller. En una mañana de invierno el artista plástico Abel Monasterolo nos recibe y comparte una mirada atenta sobre las cosas de todos los días.

 


TSF- ¿Cómo era ese niño nacido en San Cristóbal? ¿Había un niño artista ya?

AM- Creo que sí, en realidad nunca me di cuenta, pero viendo en perspectiva me parece que sí, no en San Cristóbal, sino en Rafaela donde nos mudamos. Toda la escuela primaria la hice en Rafaela y parte del Secundario. Tengo una imagen muy fuerte cuando vivíamos en un barrio de clase media: mi casa tenía un patio atrás, un gallinero, el agua del lavarropas se largaba al patio, y ahí generalmente había calas, porque se decía que el jabón las favorecía, cosa que debe haber sido cierta porque eran altas, al menos es el recuerdo que yo tengo. Y entonces, ahí jugaba con una mixtura, incluso atemporal, que tenía desde indios Siux, comanches, soldados de la 2ª Guerra Mundial, tanques, carretas, había una mezcla extraña de distintos juguetes.

TSF- Un mundo propio.

AM- Ese mundo producía cierta ficción y en ese momento las calas y el agua eran una selva enorme, hasta que te llamaban a tomar la leche, entonces miraba las calas desde arriba, sino antes estaba metido dentro de ellas. Creo que eso a la distancia es lo que hay que recuperar, no soy un niño, soy un adulto, trabajar con esa libertad y lograr esa situación en la que te apartás de la realidad concreta para meterte en un mundo absolutamente tuyo. Por eso, ahora, a la distancia, creo que todos los niños son artistas, si esa es la palabra, porque los chicos construyen personajes, elementos, objetos, juguetes.

TSF- ¿En tu casa había alguna influencia artística?

AM- Nada de nada, mi mamá era almacenera y mi viejo viajante de comercio, así que cero arte.

175TSF- ¿Acá te diste cuenta de que tu vida iba a pasar por el arte?

AM- Me fui primero a Rosario y después vine a Santa Fe, empecé arquitectura, dejé en el segundo año y me metí en Artes Visuales y ahí si no me escapé más. Primero es como que negaba la situación de ser docente, cosa que después a la larga me gustó. Me gusta que me pregunten y yo poder responder o cuando no lo sé, buscar sobre ese tema. Pero, además, estoy siempre pensando en hechos estéticos posibles.

TSF- ¿Cómo organizás tu tiempo para empezar una obra?

AM- Soy bastante desorganizado, no soy un tipo prolijo. Al taller entro libremente, después, tengo que encontrar un método en esa instancia porque si no los caminos se te abren demasiado y no podés sostenerlos. Pero, en un principio dejo que las cosas fluyan.

TSF- ¿Entrás todos los días al taller? ¿Tenés algún ritual?

AM- Es una pregunta brava, pero es cierto, yo no sé si tengo un ritual específico, soy vueltero, empiezo a dar vueltas, a acomodar cosas que nunca termino de acomodar, hasta que empiezo a trabajar. Desde que preparo el mate, miro, cambio de lugar algunas cosas, creo que ese es el ritual, empezara moverme, digamos, voy por la orilla para llegar al centro, quizás sea ese el ritual, no estoy tan seguro, tampoco. Y trato de entrar a diario, aunque me siente a leer una novela, porque yo soy un gran lector, me encanta leer. Aunque no trabaje tengo que ir y estar en el taller de producción, no sé, una hora, media hora.

TSF- ¿Y tu vida familiar cotidiana?

AM- Tengo tres hijos y no es fácil, se piensa al artista como un bohemio, yo no soy un bohemio, en realidad tengo cuestiones constituidas y trato de tener mucho diálogo con mis hijos.

TSF- La familia ya tiene naturalizada tu actividad.

100_2795AM- Sí, sí, para ellos es común y además la gente que va a mi casa la mayoría son artistas, músicos, gente de teatro. Ellos (por sus hijos) desde chicos fueron viendo que había otro perfil en la sociedad. Pero nunca traté de inculcarles por donde hay que ir, que sean libres absolutamente.

TSF- ¿Qué artista considerás que ha tenido influencia sobre tu obra?

AM- Me gustan muchos. Berni, marcó una imagen muy fuerte, Pablo Suárez también, yo no hago lo que hacían ellos, trabajaban una realidad social de algún modo, y yo no estoy seguro de que hago eso pero su imagen a mí me conmovió siempre. Si bien estoy hablando de dos artistas que tienen obras de un alto contenido de iconicidad, también puedo disfrutar de una obra que sea de carácter absolutamente abstracto.

TSF- ¿Cómo te llega la admiración por una obra?

AM- De algún modo me puede conmover el dibujo de un niño, no sé, disfruto mucho de las cuestiones populares. Cada vez que hago un viaje estoy muy atento a lo que pasa alrededor, voy a los mercados, miro, hablo con la gente, cómo disponen las verduras, ese color, cómo lo manejan, por supuesto no dejo de lado lo que hay que leer, estudiar y saber sobre arte, pero creo que también la calle nos enseña mucho. Hay que estar atentos.

TSF- Te caracteriza el tratamiento de nuevos materiales.

AM- Sí, arranqué con eso hace rato, y uno de mis maestros fue el Peti Lazarini. Un artista enorme de Santa Fe, él tenía una calidad para manejar materiales que no son decididamente nobles, puestos en escena parecían joyas.

 

TSF- En este momento, ¿tenés alguna obra en proceso?

AM- Estoy en ese momento del rodeo, en realidad yo ya sé dónde quiero ir, no tengo tanta certeza de cómo voy a llegar, pero intuyo que es lo que va a ser. Como dicen del horizonte, que a medida de que avanzás se aleja. Pero yo sé adónde y avanzo.

TSF- ¿El tiempo no te da certezas?

AM- No, porque si no trabajaría con recetas. Y no me interesa. Trabajo libremente, no tengo una gran seguridad hacia donde voy pero intuyo que esa es la imagen que estoy tratando de captar. Ahora, después, en el camino puede que se abra una nueva curva, llego a una esquina y me entusiasmo con otra cosa y doblo.

TSF- ¿Y qué te pasa cuando terminás una obra?3

AM- Nunca estoy conforme, digo sí terminé. Porque creo que terminé, entonces empiezan las preguntas, bueno, terminé, quiero sacármela de encima porque es demasiado el diálogo que tengo con ella entonces tengo que sacarla y que aparezca otra.

TSF- Concluyendo, ¿considerás que el arte puede salvar?

AM- Mirá, yo no estoy tan seguro de ser tan apocalíptico, pero, la escuela de artes visuales tiene un sector que está destinado a la escuela media, los chicos que salen de ahí -más los del nivel terciario- no sabemos si van a ser artistas, grandes artistas, pero sabemos que van a ser mejores personas, mejores seres humanos, porque tienen una mirada de la vida con un ángulo mucho más amplio, casi te diría 180º donde pueden vivir con la diversidad y son parte de la diversidad. Entonces, creo que eso los hace mejores seres humanos. No están tan acotados. Por eso, creo que en ese sentido, el arte, es de algún modo sanación también, colabora, pero de ahí a que salve el mundo, no estoy tan seguro.

 

Créditos: Marisa Ramos