Detalle Colgante

El punto justo entre tradición y originalidad

¿Existe una santafesinidad? La pregunta es de perogrullo. Cómo no va a existir, si venimos de una historia intensa y compartida. Toda una provincia tomó el nombre de nuestro bautismo. Una fundación que muchos consideran fallida por su ubicación  geográfica. Sin embargo, esos dos ríos describen la línea de nuestro mapa cuyas aguas se cruzan en V, una copa que sabe brindar por la victoria. Los embates nos fortalecieron. El avance natural de las aguas sobre las tierras que forman sus cauces, alientan nuestro espíritu solidario. La irrupción por años resistida de la porteñidad, despiertan nuestro heroísmo. Arrojo que se encarna arquetípicamente en nuestro Brigadier.  Él nos hizo dueños de Cepeda. Fue Santa Fe de la Vera Cruz la que venció a las fuerzas directoriales de Rondeau, la que resistió al Dorrego de Pavón y después derrotó a Lavalle. Para que naciera en su cuna la Constitución Nacional,  nuestra ciudad fue antes útero del federalismo argentino.  

¡Cuánta injusticia encierran los apelativos de excesivamente cautos, demasiado discretos, algo temerosos y ése que colma el desafuero: patricios conservadores! Para atenuar semejante iniquidad, venga de donde venga, nos reducen a los reposteros incomparables del alfajor santafesino, a los creadores del liso más deseable y, con suerte, a la invención del dulce de leche. Si así lo dicen, están en lo cierto, porque no fue la cocinera de Rosas la que gritó Eureka frente a una olla con azúcar y leche  en ebullición, fueron las hermanas Piedrabuena, en una ampulosa casona del histórico sur las que le dieron el dulce para que Hermenegildo Zuviría, apodado Merengo por lo robusto, armara esos, aunque exquisitos, alfajores a lo que nos reducen.

No es menor ni ridículo reiterar que somos los creadores del dulce de leche y aquí va una enconada defensa: la alquimia culinaria que lo logró implica un doméstico descubrimiento químico, área en la que nos destacamos por su excelencia, como si aquella hubiera sido una inocente señal anticipatoria. Y, en cuanto al liso, esa bebida dorada y espumosa que forma parte infaltable de los atardeceres  compartidos por amigos, también es el resultado de milimetradas mezclas entre los cereales prodigados por nuestra tierra. Esfuerzo, imaginación, sabiduría, ciencia y técnica se conjugan  en un vaso transparente rápidamente vaciado. Nombrar el puente colgante pareciera recurrir al lugar común de las tarjetas que nos representan, pero esa obra imponente y romántica de la ingeniería, única en su estilo en el país y Latinoamérica, es también un signo de la importancia que para los santafesinos tienen el conocimiento y el esfuerzo.

El ser santafesino entiende el punto justo entre tradición y originalidad, entre pasado y actualidad, custodio de su patrimonio, respetuosos de su origen, guardianes de sus logros y previsores de sus actos. Lo cierto es que el santafesino conoce cabalmente que la verdadera cultura, esa que delinea la fisonomía de los pueblos, es una permanente tensión entre la memoria y el presente. ¿Quién dudará de que somos memoriosos, cuando recorre nuestro protegido casco histórico? Pero tampoco puede dudarse de un trabajado presente que se expresa en avances científicos a los que el país y el mundo miran con asombro: hallazgos y descubrimientos de nuestros investigadores y de nuestros académicos.

No puede ignorar, además, nuestro espíritu emprendedor, aquel que simplemente transite por el Parque industrial. No se puede desconocer el movimiento cultural intenso e incesante generado por nuestros artistas. Teatro, música, pintura, arquitectura, literatura…, manifestaciones a las que no les hace falta envidiar a cualquier ciudad que se precie de ejercer ese movimiento, aun las europeas, según el comentario de los turistas que llegan aquí atraídos por las ponderadas islas de nuestro Paraná, donde bailan las brillantes y numerosas aletas de nuestros peces.

La enumeración de nuestras potencialidades y nuestras realizaciones sería interminable: pequeñísimas empresas familiares que pujan hasta convertirse en Pymes, las iniciativas relacionadas con la construcción, el comercio, quizás, también provenientes de minúsculos intentos, han fijado su meta en el crecimiento lento, pero seguro.

No puede representarse en unas pocas líneas TODA SANTA FE. Vaya esta como un esbozo de lo que somos y de que brindamos.

 

CRÉDITOS: Carmen Úbeda