“Los cementerios son grandes espacios de memoria individual y colectiva. Necrópolis, la ciudad de los muertos adonde se replica lo que sucede en la ciudad de los vivos”. Luz Balbastro es la directora ejecutiva del Cementerio Municipal. Convocada para devolverle dignidad al lugar, ella además se puso al hombro su visibilización a través de las visitas y activaciones del museo a cielo abierto porque “no se defiende lo que no se conoce”. Y así la niña y adolescente nómade, la que hablaba de política con su padre militar, encontró en la adultez el espacio que la vinculó con el servicio. “Esta gestión ha sido sanadora para mí”.
Luz Balbastro nació en Santa Fe. Padre militar, madre docente, ella se ubicó en la mitad de un trío de hermanos. “Siento que ser la única mujer y la del medio me puso en el lugar de la rebelde de la familia, además de muy apegada a mi papá”. El entorno familiar también marcó otros aspectos. “Mi historia escolar fue un poco nómade. Hice la primaria y secundaria en muchos lugares porque a mi papá cada dos años lo trasladaban”.
Esa vida nómade durante el crecimiento la marcó. “En casa mis padres siempre nos enseñaron, no desde lo discursivo sino desde lo actitudinal. Depende de lo que sucede, ver cómo te parás. Y desde ese lugar siempre he sido una persona positiva. Cada uno de los traslados de papa era un desarraigo pero yo lo veía como la posibilidad de multiplicar amigos”. Hoy, con una mirada adulta, Luz logra encontrar otros aspectos. “Me di cuenta de que algunas raíces quedaron debilitadas y una después tiene que trabajar para fortalecerlas”.
Terminada la secundaria, Luz se encontró decidiendo entre educación física y abogacía. Cuenta que siempre le gustaron los deportes desafiantes pero a la vez tenía una inclinación fuerte por las ciencias sociales. “La apertura de la democracia fue para mí una bisagra. Creo que me decidí por abogacía por todas las utopías que a esa edad están a flor de piel”. Un padre militar no había sido obstáculo para la charla política o la puesta en común de distintas visiones. Y en una sociedad de miradas en confrontación, ella destaca la honorabilidad de ese hombre tan importante en su vida.
Luz estudió abogacía y escribanía, conoció en la facultad a Raúl, quien es su esposo desde hace más de 30 años. “Él trabaja en la justicia federal y tenemos tres hijas adultas: Pilar, Milagros y Rosario”. Ya existía la familia, el estudio de escribanía, la docencia en la escuela naval y una casa en Barrio Roma cuando en 2003 el desborde del Salado marcó un cambio esencial. “La inundación me atravesó como un hecho social, cultural y político”. Entonces, hizo su aparición un camino que no estaba en sus planes.
La política como servicio
“La política fue mi manera de rebelarme al sistema”. Cuenta que la inundación llevó el agua hasta la esquina de su casa, que ante la inminencia del peligro el matrimonio decidió evacuar a las hijas y quedar ellos en el hogar. Como a todas las personas afectadas, les faltaba acceso al conocimiento certero sobre lo que ocurría y sobre cómo actuar. Relata que después de poner las bolsas de arena se dieron cuenta de que algo estaba mal. “Vimos que habíamos armado una trampa mortal porque si teníamos que salir no podríamos. Cuento esto como anécdota de lo importante que es la información, siempre, y sobre todo en momentos de crisis”.
Luz entiende que por esos tiempos lo que no se hizo desde el gobierno también contribuyó a lo que pasó. “Ahí me rebelé contra el sistema, transité lo que todos transitamos cuando estamos enojados. Y me di cuenta de que con ese enojo no solucionaba nada”. Entonces, llegaron las propuestas, tuvo dudas, las descartó hasta que decidió dejar su “zona de confort” e ingresó en la actividad política.
“Cuando vivís la política desde el compromiso social, embarrándote, caminando, viviendo el mano a mano del mate en cada uno de los barrios, se te mete el bichito bajo la piel”. En el relato de la trayectoria, recuerda que fue candidata al concejo municipal y a la intendencia. Pero aclara que hacer política es mucho más. “Las campañas tienen otro ritmo que forma parte de esta vocación pública pero es nada más que un segmento en la vida política. Emerger, mostrarse y después volver al llano a trabajar”. Caminar lo social hasta que llega el momento en que aparece aquello que hace valer la pena todo lo postergado en el recorrido.
Una gestión que sana y enseña
“Me emociono cuando digo que esta gestión ha sido sanadora para mí en la revinculación con la política”. Luz Balbastro es consciente de las críticas a quienes ejercen la actividad pero también cree en su defensa en el marco de una organización social democrática. “Uno desde su lugar puede hacer bien las cosas para validar lo que significa hacer política”. Su cargo de directora ejecutiva del Cementerio Municipal llegó con la intendencia de Juan Pablo Poletti. “Él me dijo que encuentra en mi mirada el perfil que posibilita repensar el cementerio, devolverle dignidad. Desde ese lugar yo pensé este desafío”.
“¿Cómo es convivir con la muerte? Una gran enseñanza. Permite entender en el día a día que la vida es sólo un momento, que la tenemos prestada y que hay que disfrutarla”. Luz explica la importancia de acompañar a quienes llegan allí en medio del duelo. “Nosotros somos los que estamos justo en el momento de mayor vulnerabilidad de una persona, de alguien que está necesitando que cada problema administrativo se trasforme en una solución”.
Balbastro subraya el rol de los trabajadores del lugar. “Son todas piezas de un engranaje que tiene que funcionar para que no seamos nosotros un problema más para esa persona que concurre dolida, enojada. Para que transite su duelo desde otro lugar. Y el personal del cementerio sabe que hay que trabajar con empatía, tomar de la mano, acompañar. El gran servicio que da el cementerio es estar a disposición”.
El valor del museo a cielo abierto
“Los cementerios son grandes espacios de memoria individual y colectiva. Necrópolis, la ciudad de los muertos. Desde la diagramación de las calles hasta los mitos y las costumbres, replican lo que sucede en la ciudad de los vivos”. Luz habla de un “diamante en bruto” que estaba latente en ese espacio. Se refiere a la ordenanza de museos a cielo abierto sancionada en 2012 y nunca antes puesta en práctica. “No se lo había tomado en su real dimensión para que despliegue todo su potencial. En esas 11 hectáreas está resumida la historia de nuestra ciudad”. Luz considera que cuidar y dar a conocer ese espacio es “una manera de preservar las raíces. Y un pueblo fuerte necesita raíces fuertes”.
“El museo a cielo abierto permite relacionarse con el cementerio desde otro lugar. Los museos son espacios de la memoria. Nuestro cementerio guarda arte pero también historia de grandes personalidades como la de cualquier otro vecino. Porque la muerte iguala”. El cementerio como museo a cielo abierto es, en sus palabras, “una gran herramienta pedagógica, un gran disparador para conocer la historia de manera tangible. Todo lo que está dentro del cementerio se enmarca en lo que es arte funerario. Su particularidad es que es una fotografía de época. Los panteones, su arquitectura, las esculturas de las tumbas marcan cómo los ritos sociales han ido cambiando. Esos ritos que ayudan a transitar el duelo y tal vez a entender la muerte, están consolidados allí en el museo a cielo abierto del cementerio”.
Recorrer la historia
Durante 2024 se hicieron más de 20 activaciones culturales en el Cementerio Municipal y este año Balbastro calcula que irán por más. “La gente va y lo vive como una experiencia”. Un concierto, un coro, un instrumentista, parte de una obra de teatro o una lectura son expresiones artísticas que suelen acompañar a las visitas guiadas. “No se defiende aquello que no se conoce. No se ama aquello que no se conoce. Y nosotros con las activaciones culturales lo que estamos haciendo es dar a conocer para que la ciudadanía ame, cuide y custodie”.
Luz Balbastro cuenta que en las visitas aparecen quienes buscan la tumba del médico milagroso o las zonas recorridas en la infancia cuando acompañaban a sus abuelos. Seres de su propia historia o de la historia general. Nos recuerda que en el cementerio municipal descansa el fundador de la cervecería, el responsable de la construcción del puente colgante o el autor de la primera ley de matrimonio civil del país. Por ello se busca que la activación tenga también anclaje en el presente. “En el último recorrido llevamos a un artista para que interprete a Oroño, sumándonos a esta discusión reciente que hubo en la reforma de la constitución provincial sobre la participación de la Iglesia en el Estado. Una discusión centenaria que ya la tuvo en su momento Oroño. Entonces nos parecía que en este recorrido él tenía que aparecer contando su mirada. A los recorridos los definimos en equipo y teniendo siempre en cuenta el contexto”.
Balbastro percibe que “la excusa es la visita guiada pero en el fondo cada uno está yendo a buscar esa experiencia de la propia vida, de las raíces”. Cuenta la satisfacción que le genera ver familias e infancias en los recorridos. Quizá porque la niña nómada que en el camino perdió raíces hoy está en un lugar que los reivindica, Luz hace visible la satisfacción que le genera lo que se está haciendo desde su gestión. “Hay una foto en una de las últimas recorridas que a mí me llenó de emoción, era un papá sosteniendo a su hijo en brazos. El nene estaba mirando un panteón hermoso en art decó y el papá estaba mirando hacia otro lado un panteón neo clásico. Eso es lo que nosotros tenemos que trasmitir. El niño que es nuestro futuro mirando la historia y el papá enseñándosela en el presente. Esa imagen para mí es todo lo que está bien”.
Texto: Julia Porta
Fotos: Pablo Aguirre
Nombre de sesión: Perfiles