
“Nos elegimos mutuamente”, señala Adriana ‘Chuchi’ Molina sobre la ciudad a la que llegó para estudiar derecho y en donde se quedó para siempre. Hija única, nacida en San Luis y con proyectos laborales en Mendoza, su militancia originada en la universidad fue enraizándola en Santa Fe. En tiempos de cambios y desafíos, mientras deja la presidencia del concejo y se prepara para lo que viene, subraya los aprendizajes. “Estoy segura de que me voy más dialoguista que nunca”.
Todo empezó en la universidad, podríamos decir al hablar de la militancia de Adriana ‘Chuchi’ Molina. “En mi familia no hay herencia política. Lo único que siempre recuerdo es que mi abuelo era yrigoyenista”. Habla de una familia que no manifestaba preferencias partidarias, aunque también reconoce que en tiempos de democracias débiles y dictaduras intermitentes, hablar podía ser riesgoso. “Quizá tenían su corazón político pero era algo no dicho”. Para ella, en cambio, el momento histórico no fue menor. “Mi ingreso fue de la mano de Alfonsín. Yo soy de los que aman la política a partir de él, de sus valores, de ese preámbulo inolvidable, de esos actos tan movilizantes y desde un centro de estudiantes de Franja Morada”.
‘Chuchi’ llegó a Santa Fe con 17 años. Dejaba San Luis y su vida familiar de hija única, para estudiar “mucho y rápido” la carrera de derecho en la UNL. “Tenía que recibirme en pocos años porque mi familia era trabajadora y hacía mucho sacrificio para que yo pudiera estar acá”. Y si bien así fue y su carrera se completó en muy poco tiempo, el último año en la facultad marcó un hito en su vida. Conoció el centro de estudiantes y la militancia universitaria en un contexto de renacimiento democrático. Entonces, fue a su casa para comunicar que necesitaba quedarse más tiempo pese a que sólo le faltaban dos materias. “Yo no podía perder en mi vida ese momento tan histórico y esa experiencia. Iba a ser un año solamente pero ya no me fui más”.
Cuenta que su idea era irse a Mendoza, más cerca de San Luis, con familia allí y un estudio importante que la esperaba. Pero…”Yo estaba tan enamorada de Santa Fe desde el primer día que era raro que dejara fácilmente un amor tan grande”. El nexo con la militancia estudiantil hizo el anclaje. A poco de recibirse empezó a trabajar como ayudante de cátedra y se ocupó junto con otros egresados de armar el Cuerpo de Graduados. Fue consejera graduada tanto en el Concejo Directivo como en el Concejo Superior. Y estaban los vínculos afectivos, las amigas, los compañeros de militancia. “Hay una familia que se elige muy fuerte. Irme suponía dejar esa familia también. Eran demasiados abandonos”. Por esos tiempos, además, conoció a quien sería padre de sus hijos. “Ya no había modo de que me fuera”.
“¿Mi familia qué decía? Les costó. No fue algo fácil pero creo que me veían tan convencida, tan enamorada de todo, tan apasionada que en definitiva sabían que era lo mejor para mí”. ‘Chuchi’, además, comenzó a trabajar en un estudio jurídico. La conexión ya era indisoluble. “Encontré mi lugar en el mundo en Santa Fe. Yo la elegí primero y la ciudad después me eligió muchas veces. Nos elegimos mutuamente”, Tanto es así que con el tiempo dejó de percibirse de otro lugar. “Al contrario, siento que soy muy santafesina”
El servicio público

Militancia universitaria y militancia partidaria comenzaron a enlazarse. Con un cierto dejo de orgullo, ‘Chuchi’ cuenta que su única afiliación fue a la UCR: “Mi espacio de servicio estaba en la universidad y no tanto en el partido directamente”. Fue secretaria académica, de posgrado y concursó para cargos docentes que fue ocupando. Un trayecto de dedicación fuerte hasta que llegó 2007. “A principios de ese año, nosotros como espacio político radical universitario tomamos la decisión de presentarnos a elecciones en la ciudad”. Así, un grupo llegó a la municipalidad. “Mario Barletta me pidió que fuera su concejala oficialista. Seguí dando clases pero el servicio pasó a estar dado en el espacio público de la ciudad y ya no en la universidad”.
Después de representar a la comunidad santafesina en su concejo reiteradamente, en 2023 fue elegida presidenta de ese ámbito legislativo. ¿Podía la ‘Chuchi’ del último año de facultad imaginar esta carrera en la política? “No creo. Sí estaba segura de que era un deseo muy importante. A mí la militancia me cambió, en mis valores, convicciones, en la forma de ver, pensar la vida y de hacer lo colectivo. Ser parte de algo mayor te hace sentir que estás transformando algo. En el concejo joven yo suelo decirles que participen en un centro de estudiantes, un club, una iglesia, un sindicato, una vecinal. Porque vivenciar la participación transforma para mejor a las personas y a quienes las rodean”.
El aprendizaje de la presidencia
En el cierre de su ciclo en la presidencia del concejo municipal, Adriana hace un balance. “Fueron dos hermosos años con muchos desafíos pero también oportunidades, compromiso, responsabilidad y aprendizajes”. Se define como una mujer de diálogo, característica que ella percibe se ha profundizado en esta gestión con el fortalecimiento de la escucha consciente. “El diálogo es un valor que hay que trabajar, no aparece naturalmente. Creo que es una fortaleza que tenemos que tener quienes estamos al servicio público. Estoy segura de que me voy más dialoguista que nunca”.
Adriana Molina es la primera mujer en ocupar la presidencia del concejo santafesino. “Ser la primera en ese cargo después de tantos años de democracia es un dato. Y a mí me gusta decir que soy la primera pero no la última”. Desea ser inspiración, como tantas mujeres que la precedieron en la política la inspiraron a ella misma. “Esta vez no sentí un trato desigual por ser mujer pero supongo que tiene que ver también con los años que llevo trabajando el tema. Sí lo he sentido en otros momentos y lugares de mi vida. Muchas veces me sentí discriminada o subestimada. No me pasó esta vez. Quizá porque estaba en un espacio de mayor decisión. Por eso es tan importante que las mujeres podamos llegar a espacios de decisión”.

El presente y sus desafíos
En esa vida `personal y profesional consolidada en Santa Fe, Adriana ha construido fuertes vínculos. “Tengo muchas amigas y amigos, afectos por todos lados. Eso también es familia, una familia extendida. Y están mis hijos que ya son grandes pero para mí van a ser siempre Paulita y Brunito. Y una nieta hermosa por dentro y por fuera que está por empezar el secundario”.
Mientras se prepara para una nueva función, Adriana se anima a hacer un análisis del contexto y una búsqueda de salidas para este momento en el que la política es cuestionada. “Hay una desacreditación de las representaciones en general y los políticos encabezamos el ranking. ¿Cómo se hace para revertir esto? Transformando y siendo cercanos. Quienes representamos a la política en el lugar en que estemos, a veces nos alejamos del vecino o de la vecina de la vida real. Muchas veces hacemos como una cápsula y parecería ser que tenemos una vida distinta. Yo siempre trato de que esto no suceda pero quizá me ha pasado en algún momento. Creo que esto se cambia con cercanía, sabiendo lo que le pasa a los demás y tratando de ver cómo se transforma”.
Adriana destaca la importancia de la autenticidad. “Por supuesto que siempre tiene que haber proyectos y sueños porque eso hace la vida mejor pero a veces también hay que decir: ‘en este momento esto es difícil. Vamos a tratar de hacerlo’. Ser auténtico, ser francos en lo que se habla además de muy cercanos. Que si alguien necesita contactarme no tenga que hablar con diez personas hasta poder hablar conmigo”. Cuenta qué propuestas del concejo de Santa Fe le han aportado nuevas miradas. “Hablando tanto con el concejo joven como con el concejo mayor muchas veces no saben muy bien lo que estamos haciendo. Entonces es importante comunicar efectivamente lo que hacemos. Es un gran desafío y responsabilidad. Nosotros tenemos que seguir fortaleciendo y consolidando los espacios políticos, los espacios de decisión y, fundamentalmente, la democracia y el estado de derecho”.
Texto: Julia Porta
Fotos: Pablo Aguirre
Sesión: Perfiles
Edición: D N° 112
