De la infancia en la Patagonia a este presente en Arroyo Leyes. De buscar superar el techo de cristal en la empresa familiar a esta emprendedora exitosa con proyección a la política. Un largo camino marcado por la decisión, el empuje, la capacidad creativa y resolutiva, al que no le faltaron obstáculos ni incertidumbres. Hoy, tras armar equipos de trabajo para su grupo empresario, Silvia Busaniche se proyecta a la gestión pública con la misma energía que la impulsó en el ámbito privado. “Voy a poner toda la garra, todo el esfuerzo y todo el corazón para que las cosas sucedan”.
Silvia nació en Río Gallegos (Santa Cruz). Es hija de Julio Luciano Busaniche, un santafesino que partió hacia la tierra de los vientos permanentes buscando trabajo. Allí se enamoró de Silvia Serra, nacida y criada en la Patagonia y juntos formaron una familia de cuatro hijos. En ese Sur también se consolidó el espíritu empresario de don Julio Luciano, quien gestó una exitosa constructora y se inició en la cría de ganado ovino. En ese marco vivió Silvia Busaniche su infancia, un lugar que tuvo que abandonar cuando las necesidades estudiantiles de ella y sus hermanos empezaron a aparecer y a no encontrar allí posibilidades.
Fue entonces cuando la familia Busaniche, más los padres y una tía de la mamá, se trasladaron a Santa Fe. “Eso fue en mi adolescencia y lo pasé mal durante uno o dos años en que la mudanza me pegó feo. No me ubicaba en la escuela, ni en la ciudad, ni en el calor”, recuerda Silvia. Su padre rearmó la empresa que pronto dejó apreciar su crecimiento pero el estudio no era meta para la segunda hija. “Mi papá me dijo: vas a tener que estudiar sí o sí. Yo le dije que no podía porque mi cabeza volaba. Entonces me llevó a trabajar con él a la constructora y eso me gustó. Pasé por todas las oficinas. Hice mucho por la empresa”.
Superar barreras, generar espacios
Como tantas otras mujeres en distintos momentos de la historia, el techo de cristal se convirtió en un obstáculo difícil de romper. Cuando el hermano mayor volvió de Rosario, adonde había ido a probar suerte con el estudio, el mayorazgo y su calidad de varón hicieron que Silvia tuviera que dar un paso al costado. “Yo me enojé porque llevaba un tiempo allí y había conseguido un montón de cosas”. Y entonces ella, que es de las personas que ponen la acción por delante de la queja, empezó a gestar su propio camino en el mundo empresarial.
En ese trayecto de generación de algo personal, hubo obstáculos, deslealtades, problemas. Pero siguió adelante. Cuando cortó su primera sociedad, pidió una tarjeta de crédito prestada y compró máquinas de limpieza. “Empecé con la limpieza de quintas de amigos, cortando pasto. Lo hacía yo misma. Después fui teniendo colaboradores. Me reconstruí pensando que tenía que volver a empezar”. Primero fueron diez empleados, pronto veinte y ya no hubo límites al crecimiento. Así nació su primer emprendimiento en 2005 “Kit Limpieza”, un proyecto hecho realidad que este 2025 cumple 20 años de trabajo ininterrumpidos.
Y llegó 2020 con esa pandemia que puso de cabeza al mundo entero. Entonces, Silvia se encontró a cargo de una empresa y de 200 personas trabajando. “Gracias a Dios, tres años antes había estudiado coaching ontológico y eso me ayudó muchísimo para repensar y controlar toda la locura”. Hubo inquietud, búsqueda de alternativas y una clara certeza. “Voy a seguir y ver cómo lo sostengo. Una madrugada me levanté a las tres y dije: si la gente está preocupada por el tema limpieza y a mí se me cortaron los servicios, voy a empezar a vender lo que la gente requiere. Me acuerdo que tenía 2000 dólares en un sobrecito para irme de vacaciones y con esa plata compré los insumos que se estaban requiriendo. Empecé a vender, vendí un montón. Incluso traje cañones de ozono. Trabajé, pude levantar cabeza y nunca dejé de pagar los sueldos”. El resultado: reinventó su empresa y convirtió los ahorros de sus vacaciones en una inversión que la salvó del cierre y creó una distribuidora que hoy forma parte también del grupo empresario. Además de sostener el 100 por ciento de los 200 puestos de trabajo directos durante esta terrible etapa pandémica.
La costa: su lugar en el mundo
“A veces pienso cómo en determinado momento las cosas suceden”. Por entonces, llegaron créditos, y Silvia con toda la documentación y empleados en reglas estaba en óptimas condiciones para obtenerlos. Así se convirtió en realidad un proyecto largamente anhelado: la construcción de un complejo de cabañas boutique. “La Pompona está en la última calle de Rincón. Es para familias y parejas que quieren descansar y reconectarse con la naturaleza. Las inauguré hace un año y medio”.
Y, claro, hay una vida familiar emocional que sostiene y apoya a Silvia. Desde hace 20 años está en pareja y hace diez que esa unión se convirtió en matrimonio. Viven en Arroyo Leyes, lugar elegido primero para descansar y luego para habitar en 2013. “Acá somos muy felices”. Desde allí y para esa localidad, hoy proyecta su incursión en la política. Convencida de que desde la discusión entre amigos o en una mesa de café no puede lograrse nada, pasó a la acción. “Siempre me gustó la política porque entiendo que es una herramienta que nos permite a todos los ciudadanos expresarnos y buscar la posibilidad de cambiar la historia. Todos hacemos política a diario pero muy pocos se involucran”.
La política como herramienta de cambio
¿Cómo llegó a Silvia la posibilidad de integrar una lista? “En la campaña para la gobernación, (Maximiliano) Pullaro me visitó como emprendedora. Estuvimos conversando y aposté a él desde un principio porque me parece un tipo joven con la cabeza muy abierta y muchas ganas”. A partir de allí se generó la conexión con el candidato de ese espacio para Arroyo Leyes, quien le propuso acompañarlo. “Yo dije, ‘¿por qué no?’ La localidad tiene muchas necesidades y nosotros muchas ideas”.
Arroyo Leyes es una comuna y cuenta con una comisión comunal a cargo de la gestión ejecutiva. Alfredo Lorenzatto encabeza la lista que sigue con el nombre de Silvia Busaniche. Hoy, Silvia quiere llevar ese mismo compromiso y capacidad de gestión al ámbito público, como parte del equipo en la lista comunal de Arroyo Leyes. Este es el momento de la charla en el que comienza a contar todo lo que proyectan para esa localidad costera, tan cercana a la ciudad capital. Habla de una sala de velatorio comunal, que termine con la situación de los vecinos, que en lugar de despedir a sus seres queridos deben salir a buscar financiamiento para los gastos que ese rito supone. “Terrenos hay, espacios hay, gente que pueda hacerlo también. No estoy hablando de obras complejas ni onerosas pero sí importantes para la comunidad”.
Silvia habla también sobre el proyecto de bicisendas, a fin de que la gente pueda movilizarse en bicicletas sin los peligros de la ruta que atraviesa la localidad. “Está el tema de los residuos que actualmente se transportan, una parte a Santa Fe y la otra parte, más grave aún, se entierran en ele pueblo, un gasto innecesario que podría derivarse en su transformación y venta como aluminio o vidrio más la generación de compostaje”. Agrega a la enumeración el Centro de Salud aún no terminado. “Casi llegamos a los 8.000 habitantes y la salud es una necesidad primordial. No podemos seguir viendo a una mamá en la ruta a las 5 de la mañana tratando de llegar a tiempo a Santa Fe para que atiendan a su criatura cuando podría tener un lugar digno a pocas cuadras”
Con un 74% a favor en las PASO, la lista de Silvia espera arribar a ese lugar que ella siente merecen ocupar. “Estamos convencidos que vamos a llegar al 29 de junio lo más íntegros posibles para estar a la altura de ese porcentaje que nos acompaña”. Con el objetivo de poder enfocarse ahora en este tema, conformó equipos de trabajo que la acompañan en su grupo empresario, se animó a delegar y a confiar. Tiene la compañía fundamental de su pareja, otra persona “inquieta” como ella y un cúmulo de certezas en la cabeza. Por si todo esto fuera poco, también colaboró en la gestación de la fundación de mujeres emprendedoras que lleva el nombre y dirección de Marisa Escobar.
Y, así parece ser todo en su vida. Silvia es una mujer potente que ansía trabajar por el lugar que eligió para vivir y que ama. Por eso, cuando desde afuera se vislumbra una llegada, ella está al mismo tiempo iniciando un nuevo camino.
Texto: Julia Porta
Fotos: Pablo Aguirre